Se presentó hoy Miguel Ángel Perera en Tomelloso en lugar de Morante de la Puebla y aprovechó la ocasión para mostrar un día más la frescura y clarividencia de su momento. Sobre todo, frente al segundo de su lote de toros de Carlos Núñez, que fue un animal de buen fondo, de francos embroques y que se expresó con clase por ambos pitones, lo que permitió al torero extremeño cuajarlo con poso, despacio, encajado y con exquisita naturalidad en tandas de trazo hondo. Perdió algo de celo ya el astado en el último compás de la faena, pero supo Perera administrar sus virtudes para redondear una actuación deliciosa premiada con los máximos trofeos.
Un apéndice tenía ya de su primero, que fue un toro mucho más vacío por la escasa acometividad que mostró. Con paciencia y ese mando que se sustenta en los secretos del temple, se impuso Miguel Ángel a la sosería de su rival, cuyas prestaciones mejoró y multiplicó.
Se presentó hoy Miguel Ángel Perera en Tomelloso en lugar de Morante de la Puebla y aprovechó la ocasión para mostrar un día más la frescura y clarividencia de su momento. Sobre todo, frente al segundo de su lote de toros de Carlos Núñez, que fue un animal de buen fondo, de francos embroques y que se expresó con clase por ambos pitones, lo que permitió al torero extremeño cuajarlo con poso, despacio, encajado y con exquisita naturalidad en tandas de trazo hondo. Perdió algo de celo ya el astado en el último compás de la faena, pero supo Perera administrar sus virtudes para redondear una actuación deliciosa premiada con los máximos trofeos.
Un apéndice tenía ya de su primero, que fue un toro mucho más vacío por la escasa acometividad que mostró. Con paciencia y ese mando que se sustenta en los secretos del temple, se impuso Miguel Ángel a la sosería de su rival, cuyas prestaciones mejoró y multiplicó.