20 de septiembre de 2013
logroño
Feria de san mateo
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
VELLOSINO
Enrique Ponce
Morante de la Puebla
MIGUEL ÁNGEL PERERA
POR TARDES ASÍ
Tardes como la de hoy en Logroño son las que hacen que el aficionado salga de la plaza toreando. Un tercero soso, manso y rajado no pudo con el ánimo de Perera, que tuvo en el sexto muchos ingredientes para cuajar otra faena compacta, marca de la casa, en la que la maestría, el temple y el valor fueron, una vez más, lecciones magistrales del toreo.
El primero del lote del extremeño fue como lo habían sido los dos hermanos anteriores, un toro sin fondo ni raza, que sólo buscaba salir corriendo, aunque los peores defectos los desarrolló en el último tercio. En el caballo arremetió con embestida de manso, buscando la salida. Estuvieron muy bien con las banderillas Sierra y Barbero. Sintiendo la responsabilidad en sus carnes, salió Perera con la entrega de cada tarde, pero no pudo ser. Pese a la firmeza y la labor de enfermería, el toro no fue capaz de dar absolutamente nada. Algo más de media en buen sitio.
Saltó el sexto. Y no tuvo mal son. Cogía bien los engaños, y entró bien al caballo. Excelente con los palos Joselito Gutiérrez, y Juan Sierra a la brega.
Brindó Miguel Ángel Perera al público, y se colocó en el centro del ruedo. Allí esperó la arrancada del toro, y le pegó un pase cambiado que quitó la respiración. Y otro, y después, muletazos de una plasticidad inmensa. Un cambio de mano de mucho gusto. Y el de pecho. En el mismo sitio, lo toreó en redondo, templadísimo. Cambió la muleta a la mano izquierda, y lo volvió a hacer: los naturales fueron eternos, larguísimos, con una profundidad arrolladora.
Y llegó también el toreo de cercanías, pasándose al animal a su antojo. La plaza era un clamor. El público en pie. La emoción del toreo en estado puro, que se vió rubricada con una soberbia estocada. El toro rodó sin puntilla.
Plaza de toros de LOGROÑO. Casi tres cuartos de entrada. Se lidian toros de Vellosino.
Enrique Ponce: silencio y ovación.
Morante de la Puebla: silencio y dos orejas.
Miguel Ángel Perera: silencio y dos orejas