Miguel Ángel Perera se proclamó triunfador de este tradicional festival de Chinchón, tan especial y diferente por su escenario y puesta en escena y donde hacía dieciséis años que no se colgaba el cartel de “No hay billetes”. Sin duda, el éxito fundamental de un festejo vivido en medio de un excepcional ambiente.
Firmó un faenón Miguel Ángel Perera a su buen novillo de Torrealta, al que ya cuajó con el capote, con el que toreó asentado y a placer, acariciando la enclasada embestida del utrero. Mantuvo la misma tónica con la muleta, trasteo que el extremeño inició con pases cambiados por la espalda para luego ir enlazando tanda tras tanda a cual más redonda y compacta. Siempre muy encajado y dejando volar las muñecas en muletazos de inspiración y mucho disfrute por el torero por ambos pitones. Mató con la misma excelencia y se hizo con el doble premio para coronar un tarde de bonito contenido en todos los sentidos.
Miguel Ángel Perera se proclamó triunfador de este tradicional festival de Chinchón, tan especial y diferente por su escenario y puesta en escena y donde hacía dieciséis años que no se colgaba el cartel de “No hay billetes”. Sin duda, el éxito fundamental de un festejo vivido en medio de un excepcional ambiente.
Firmó un faenón Miguel Ángel Perera a su buen novillo de Torrealta, al que ya cuajó con el capote, con el que toreó asentado y a placer, acariciando la enclasada embestida del utrero. Mantuvo la misma tónica con la muleta, trasteo que el extremeño inició con pases cambiados por la espalda para luego ir enlazando tanda tras tanda a cual más redonda y compacta. Siempre muy encajado y dejando volar las muñecas en muletazos de inspiración y mucho disfrute por el torero por ambos pitones. Mató con la misma excelencia y se hizo con el doble premio para coronar un tarde de bonito contenido en todos los sentidos.