Sigue imparable Miguel Ángel Perera en su arranque de temporada de 2023. No tanto ya en lo numérico, que también, sino, sobre todo, en la dimensión de absoluta plenitud y profundidad que viene desplegando en cada una de sus comparecencias. Que hoy fue otro festival, cierto es, pero también que éstos se muestran en estos primeros compases de cada año como un fiel termómetro de cómo llegan los toreros a las primeras grandes citas a la vuelta de la esquina.
Ya se lució con el capote de salida con el utrero de La Palmosilla, que fue noble. Hubo tres lances a la verónica que parecieron caricias, de templadas y suaves. Características que también tuvo el quite posterior, especialmente, con chicuelina muy ceñidas, ejecutadas lentas y majestuosas. Fue justo lo despacio que lo hizo todo, la virtud común a la actuación toda de Perera hoy en La Línea. También con la muleta, con la que fue construyendo tandas a más, en la misma línea que la conexión del público con la labor del diestro. El tramo final fue una exhibición de mando y superioridad en las distancias más cortas, con todo el toreo soportado en las muñecas prodigiosas del extremeño, con una seguridad aplastante. Pinchó al primer intento para luego cobrar una estocada entera que le puso las dos orejas en las manos.
Sigue imparable Miguel Ángel Perera en su arranque de temporada de 2023. No tanto ya en lo numérico, que también, sino, sobre todo, en la dimensión de absoluta plenitud y profundidad que viene desplegando en cada una de sus comparecencias. Que hoy fue otro festival, cierto es, pero también que éstos se muestran en estos primeros compases de cada año como un fiel termómetro de cómo llegan los toreros a las primeras grandes citas a la vuelta de la esquina.
Ya se lució con el capote de salida con el utrero de La Palmosilla, que fue noble. Hubo tres lances a la verónica que parecieron caricias, de templadas y suaves. Características que también tuvo el quite posterior, especialmente, con chicuelina muy ceñidas, ejecutadas lentas y majestuosas. Fue justo lo despacio que lo hizo todo, la virtud común a la actuación toda de Perera hoy en La Línea. También con la muleta, con la que fue construyendo tandas a más, en la misma línea que la conexión del público con la labor del diestro. El tramo final fue una exhibición de mando y superioridad en las distancias más cortas, con todo el toreo soportado en las muñecas prodigiosas del extremeño, con una seguridad aplastante. Pinchó al primer intento para luego cobrar una estocada entera que le puso las dos orejas en las manos.