En respuesta a Ramón Ávila "Yiyo"

20220420 comunicado02

 

Ante lo expuesto por el informador taurino mexicano Ramón Ávila Yiyo en su perfil de Facebook “A los toros con Yiyo” a raíz de lo sucedido en la corrida de toros de este pasado domingo 17 de abril en Aguascalientes, quiero aclarar lo siguiente a partir de sus propias expresiones, ya en dicha publicación, ya durante su retransmisión en directo en Radio Universal, ya en un vídeo posterior emitido tras la corrida en la mencionada red social. No lo hago para alimentar una polémica claramente interesada, pero sí en la necesidad imperiosa de corregir sus evidentes inexactitudes y de explicar los términos reales de la conversación telefónica que mantuvimos. Sencillamente, porque hay situaciones que no se pueden consentir.

 

1.- Escribe que le llamo “muy molesto por la crítica” que me hace en la crónica de Radio Universal el pasado domingo. Primera inexactitud. Después de más de veinte años de trayectoria profesional, NUNCA, insisto, NUNCA, le expresé a ningún periodista que no me gustara su crítica hacia mí. Como a cualquier artista o persona dedicada a una actividad pública, habré estado más o menos de acuerdo con la valoración que se haya hecho de mis faenas, pero JAMÁS, insisto de nuevo, JAMÁS, le recriminé nada a ningún periodista ni informador.

 

2.- Lo que realmente motiva mi llamada telefónica a Ramón Ávila Yiyo y así se lo hago constar es que, en su retransmisión en directo, diga textualmente y en referencia a mi decisión (que más adelante explicaré) de no matar el toro de regalo que “Esto lo hace en Madrid, en Nimes, en Arles o en Villaviciosa y se cagan en su puta madre”. Creo que no es necesario explicar que se trata de una falta de respeto intolerable a mi persona y a la de mi madre (quien, por cierto, nada tiene que ver con esto), por lo que le dije que, si se lo oigo decir en la plaza, le arranco la cabeza. Tal cual fue. Nada que ver con su crítica, sino con su expresión absolutamente ofensiva. Y una respuesta la mía ciertamente encendida, que nada tiene que ver con una amenaza y todo el mundo lo sabe, sino con la reacción dolorosa que me provoca su afirmación, su falta de respeto del todo improcedente e injustificada. De hecho, fue su propio compañero Alejandro Román quien pidió disculpas a la audiencia por, en sus palabras, “si es que en el automóvil venían niños o que en la casa se encontraban menores”, en clara referencia a lo improcedente de lo expresado durante la retransmisión. Ellos mismos lo reconocen.

 

3.- Pero, con todo, más me duele aún que escriba, según sus propias palabras, que le dije que “si tiene complejo de indio por qué no trae taparrabo”. Segunda grave inexactitud. Porque lo que realmente le recriminé es que, en su transmisión en directo en Radio Universal, afirmara textualmente: “Yo la pluma de indio ya me la quité y estoy a la defensiva porque nos han venido desde España nada más que a chingar los españoles, llámese desde Antonio Barrera hasta hoy Miguel Ángel Perera y no decimos nada, no tenemos los cojones para hablar con la libertad de expresión que en Radio Universal se nos ha dado para decir que nos siguen mirando con la cara de indio…” Y le pregunté por qué afirma eso. Es él quien utiliza en primera persona la expresión “indio”, no soy yo quien le dice que lo sea.

La sangre mexicana forma parte de mi familia. Tengo sobrinos mexicanos, cuñada mexicana, inmensos amigos mexicanos y un gran amor a México y su gente que, en el seno de mi casa, sembró y cultiva a diario, en primer lugar, mi suegro, Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, y, a partir de él, mi suegra, Carmen Lorenzo, mi mujer, mi hija, mi cuñado, mi cuñada y tantos miembros más de mi familia. En la casa Capea-Perera, México es una palabra sagrada por lo que ese país y su gente representan para nosotros, por cuánto lo queremos, por cuánto hemos vivido en él y recibido de él, por tantos amigos, por tantos lazos que nos unen de una manera tan estrecha y tan sincera. Pero es que, en lo personal y en lo profesional, mi trayectoria y su impulso, ya desde novillero, están indefectiblemente unidos a México. Una gratitud que he expresado y que expresaré SIEMPRE. 

Aprecio una lamentable intención racista en las palabras -están ahí, las pueden oír cuando quieran- de Ramón Ávila Yiyo con respecto a la consideración que en España tenemos de los mexicanos, que es justo lo que le recriminé como aquí explico, no como él asevera en su página de Facebook. Una cerilla muy peligrosa que ha encendido en redes sociales una multitud de reacciones contra mi persona que son tan injustas como desinformadas, pero, sin duda, jaleadas por lo que expresa en su publicación. Precisamente, lo que le recriminé en mi llamada telefónica.

 

4.- Otra grave inexactitud es que asevere que “Perera impuso su ley” o que “cualquier figura del toreo extranjera puede venir a hacer lo que quiera” en relación al desarrollo de la corrida desde el mismo momento del sorteo matinal que me acusa de “gafar”. Explico lo sucedido. En la corrida de toros enviada por el ganadero De la Mora a Aguascalientes, había un toro que, por sus hechuras, no gustó a ninguna de las tres cuadrillas, por lo que se decidió dejarlo para sobrero. Pero el ganadero expresó su deseo de que ese toro formara parte de la corrida y que se sorteara, de ahí el desacuerdo que provocó que no se enlotara y que los ocho ejemplares enviados se sortearan uno a uno. El toro que generó esas diferencias fue el número 37, que, finalmente, correspondió a Fermín Espinosa Armillita IV. 

Fue este desacuerdo entre los representantes de los toreros y el ganadero lo que provocó que no se enlotara y que se sorteara cada toro, uno a uno. Nada que ver con que yo impusiera mi ley ni se hiciera lo que yo quisiera. Primero, porque no lo hice nunca antes en mi carrera. Y segundo, porque aún menos me lo plantearía compartiendo cartel con un compañero como Fermín Espinosa Armillita IV, con quien también mantengo lazos familiares. 

 

5.- Por último, explico mi decisión de no matar el toro que regalé dado que la corrida no había transcurrido según mi deseo y, una vez más, en mi intención de corresponder al inmenso cariño de la afición de Aguascalientes en particular y de México en general como demostré desde el mismo momento del recibo de rodillas con el capote. Al partirse el toro el pitón por la cepa porque se estrelló contra un burladero, entendí que no tenía ningún sentido seguir adelante con el desarrollo normal de su lidia más allá de que así lo diga el reglamento. Pero por una simple cuestión de sentido común y de respeto al propio animal y al público. Al espectáculo mismo, a la esencia del toreo ¿Qué objeto lógico hubiera tenido llevarlo al caballo o que se hubiera banderilleado? ¿A un toro mermado? Hubiese sido un espectáculo denigrante, nada reconfortante, ni para mí ni para el público. Y quiero entender que tampoco para la crítica. Siguiendo la indicación del juez de plaza para que lo matara, tomé la muleta y me cuadré para hacerlo hasta en dos ocasiones, pero la reacción tan encendida del público pidiéndome que no lo hiciera, me hizo desistir de ello. No podía dar pie a un altercado de orden público. De nuevo, traté de priorizar el sentido común a partir de lo que se estaba viviendo en la propia plaza a lo que dice el reglamento. 

Afirma Ramón Ávila Yiyo en el vídeo publicado en su perfil de Facebook que “en lugar de hacer caso a su actitud profesional, Perera le echa a la gente encima al juez de plaza”. Otra inexactitud. Ya explico que solo hice atender al clamor del público, como así me lo agradeció en la ovación final que recogí desde el tercio con gestos de agradecimiento, una vez más, por el cariño y comprensión de la gente. Frente a ello, afirmó Yiyo textualmente “que vayan y le lleven una oreja a Perera por haber regresado vivo al toro que él regaló”. Un comentario claramente despectivo, en la línea de tantos como los aquí recogido y extraídos de su retransmisión en directo y del vídeo posterior. 

 

No es éste el sabor de boca que pretendía traerme de vuelta a casa desde México, mi casa también y mi casa siempre. Pero, como señalé al principio, las reacciones provocadas por lo publicado por Ramón Ávila Yiyo en su perfil de Facebook, tan cuajado de inexactitudes como aquí destapo, me parecen tan sumamente graves que no puedo permitir que esto quede así. No consiento que se ataquen mi dignidad personal y profesional ni mi infranqueable amor a México y su gente.

 

MIGUEL ÁNGEL PERERA, torero

En respuesta a Ramón Ávila "Yiyo"

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Ante lo expuesto por el informador taurino mexicano Ramón Ávila Yiyo en su perfil de Facebook “A los toros con Yiyo” a raíz de lo sucedido en la corrida de toros de este pasado domingo 17 de abril en Aguascalientes, quiero aclarar lo siguiente a partir de sus propias expresiones, ya en dicha publicación, ya durante su retransmisión en directo en Radio Universal, ya en un vídeo posterior emitido tras la corrida en la mencionada red social. No lo hago para alimentar una polémica claramente interesada, pero sí en la necesidad imperiosa de corregir sus evidentes inexactitudes y de explicar los términos reales de la conversación telefónica que mantuvimos. Sencillamente, porque hay situaciones que no se pueden consentir.

 

1.- Escribe que le llamo “muy molesto por la crítica” que me hace en la crónica de Radio Universal el pasado domingo. Primera inexactitud. Después de más de veinte años de trayectoria profesional, NUNCA, insisto, NUNCA, le expresé a ningún periodista que no me gustara su crítica hacia mí. Como a cualquier artista o persona dedicada a una actividad pública, habré estado más o menos de acuerdo con la valoración que se haya hecho de mis faenas, pero JAMÁS, insisto de nuevo, JAMÁS, le recriminé nada a ningún periodista ni informador.

 

2.- Lo que realmente motiva mi llamada telefónica a Ramón Ávila Yiyo y así se lo hago constar es que, en su retransmisión en directo, diga textualmente y en referencia a mi decisión (que más adelante explicaré) de no matar el toro de regalo que “Esto lo hace en Madrid, en Nimes, en Arles o en Villaviciosa y se cagan en su puta madre”. Creo que no es necesario explicar que se trata de una falta de respeto intolerable a mi persona y a la de mi madre (quien, por cierto, nada tiene que ver con esto), por lo que le dije que, si se lo oigo decir en la plaza, le arranco la cabeza. Tal cual fue. Nada que ver con su crítica, sino con su expresión absolutamente ofensiva. Y una respuesta la mía ciertamente encendida, que nada tiene que ver con una amenaza y todo el mundo lo sabe, sino con la reacción dolorosa que me provoca su afirmación, su falta de respeto del todo improcedente e injustificada. De hecho, fue su propio compañero Alejandro Román quien pidió disculpas a la audiencia por, en sus palabras, “si es que en el automóvil venían niños o que en la casa se encontraban menores”, en clara referencia a lo improcedente de lo expresado durante la retransmisión. Ellos mismos lo reconocen.

 

3.- Pero, con todo, más me duele aún que escriba, según sus propias palabras, que le dije que “si tiene complejo de indio por qué no trae taparrabo”. Segunda grave inexactitud. Porque lo que realmente le recriminé es que, en su transmisión en directo en Radio Universal, afirmara textualmente: “Yo la pluma de indio ya me la quité y estoy a la defensiva porque nos han venido desde España nada más que a chingar los españoles, llámese desde Antonio Barrera hasta hoy Miguel Ángel Perera y no decimos nada, no tenemos los cojones para hablar con la libertad de expresión que en Radio Universal se nos ha dado para decir que nos siguen mirando con la cara de indio…” Y le pregunté por qué afirma eso. Es él quien utiliza en primera persona la expresión “indio”, no soy yo quien le dice que lo sea.

La sangre mexicana forma parte de mi familia. Tengo sobrinos mexicanos, cuñada mexicana, inmensos amigos mexicanos y un gran amor a México y su gente que, en el seno de mi casa, sembró y cultiva a diario, en primer lugar, mi suegro, Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, y, a partir de él, mi suegra, Carmen Lorenzo, mi mujer, mi hija, mi cuñado, mi cuñada y tantos miembros más de mi familia. En la casa Capea-Perera, México es una palabra sagrada por lo que ese país y su gente representan para nosotros, por cuánto lo queremos, por cuánto hemos vivido en él y recibido de él, por tantos amigos, por tantos lazos que nos unen de una manera tan estrecha y tan sincera. Pero es que, en lo personal y en lo profesional, mi trayectoria y su impulso, ya desde novillero, están indefectiblemente unidos a México. Una gratitud que he expresado y que expresaré SIEMPRE. 

Aprecio una lamentable intención racista en las palabras -están ahí, las pueden oír cuando quieran- de Ramón Ávila Yiyo con respecto a la consideración que en España tenemos de los mexicanos, que es justo lo que le recriminé como aquí explico, no como él asevera en su página de Facebook. Una cerilla muy peligrosa que ha encendido en redes sociales una multitud de reacciones contra mi persona que son tan injustas como desinformadas, pero, sin duda, jaleadas por lo que expresa en su publicación. Precisamente, lo que le recriminé en mi llamada telefónica.

 

4.- Otra grave inexactitud es que asevere que “Perera impuso su ley” o que “cualquier figura del toreo extranjera puede venir a hacer lo que quiera” en relación al desarrollo de la corrida desde el mismo momento del sorteo matinal que me acusa de “gafar”. Explico lo sucedido. En la corrida de toros enviada por el ganadero De la Mora a Aguascalientes, había un toro que, por sus hechuras, no gustó a ninguna de las tres cuadrillas, por lo que se decidió dejarlo para sobrero. Pero el ganadero expresó su deseo de que ese toro formara parte de la corrida y que se sorteara, de ahí el desacuerdo que provocó que no se enlotara y que los ocho ejemplares enviados se sortearan uno a uno. El toro que generó esas diferencias fue el número 37, que, finalmente, correspondió a Fermín Espinosa Armillita IV. 

Fue este desacuerdo entre los representantes de los toreros y el ganadero lo que provocó que no se enlotara y que se sorteara cada toro, uno a uno. Nada que ver con que yo impusiera mi ley ni se hiciera lo que yo quisiera. Primero, porque no lo hice nunca antes en mi carrera. Y segundo, porque aún menos me lo plantearía compartiendo cartel con un compañero como Fermín Espinosa Armillita IV, con quien también mantengo lazos familiares. 

 

5.- Por último, explico mi decisión de no matar el toro que regalé dado que la corrida no había transcurrido según mi deseo y, una vez más, en mi intención de corresponder al inmenso cariño de la afición de Aguascalientes en particular y de México en general como demostré desde el mismo momento del recibo de rodillas con el capote. Al partirse el toro el pitón por la cepa porque se estrelló contra un burladero, entendí que no tenía ningún sentido seguir adelante con el desarrollo normal de su lidia más allá de que así lo diga el reglamento. Pero por una simple cuestión de sentido común y de respeto al propio animal y al público. Al espectáculo mismo, a la esencia del toreo ¿Qué objeto lógico hubiera tenido llevarlo al caballo o que se hubiera banderilleado? ¿A un toro mermado? Hubiese sido un espectáculo denigrante, nada reconfortante, ni para mí ni para el público. Y quiero entender que tampoco para la crítica. Siguiendo la indicación del juez de plaza para que lo matara, tomé la muleta y me cuadré para hacerlo hasta en dos ocasiones, pero la reacción tan encendida del público pidiéndome que no lo hiciera, me hizo desistir de ello. No podía dar pie a un altercado de orden público. De nuevo, traté de priorizar el sentido común a partir de lo que se estaba viviendo en la propia plaza a lo que dice el reglamento. 

Afirma Ramón Ávila Yiyo en el vídeo publicado en su perfil de Facebook que “en lugar de hacer caso a su actitud profesional, Perera le echa a la gente encima al juez de plaza”. Otra inexactitud. Ya explico que solo hice atender al clamor del público, como así me lo agradeció en la ovación final que recogí desde el tercio con gestos de agradecimiento, una vez más, por el cariño y comprensión de la gente. Frente a ello, afirmó Yiyo textualmente “que vayan y le lleven una oreja a Perera por haber regresado vivo al toro que él regaló”. Un comentario claramente despectivo, en la línea de tantos como los aquí recogido y extraídos de su retransmisión en directo y del vídeo posterior. 

 

No es éste el sabor de boca que pretendía traerme de vuelta a casa desde México, mi casa también y mi casa siempre. Pero, como señalé al principio, las reacciones provocadas por lo publicado por Ramón Ávila Yiyo en su perfil de Facebook, tan cuajado de inexactitudes como aquí destapo, me parecen tan sumamente graves que no puedo permitir que esto quede así. No consiento que se ataquen mi dignidad personal y profesional ni mi infranqueable amor a México y su gente.

 

MIGUEL ÁNGEL PERERA, torero

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