Quince años de Perera

20190623 alternativa02De blanco y oro vestido y una cara de niño inolcutable tras la que ya se dibujaba la llama encendida de su ambición. Que nunca fue él ni hombre ni torero de quedarse indiferente ante nada ni a nadie dejar indiferente. A cada lado, quienes hoy son, quince años después, más que compañeros, dos excelentes amigos: Julián López El Juli en su condición de padrino y Matías Tejela, como testigo, que entró en el cartel en sustitución de Enrique Ponce, cogido el día antes, y que era el diestro llamado a investirle matador de toros. Pero, al final, es siempre la vida quien decide y marca los caminos… Eran las vísperas del día de San Juan de 2004. El escenario, su casa, la Plaza de Badajoz, a cuyo cobijo fue creciendo cuando, de la mano del maestro Luis Reina, decidió dejar de jugar al toro para al toro tributar su vida. Quince años desde entonces, tres lustros tras los que asegura haber conseguido mucho más de lo que jamás soñó. 

 

Se vistió aquel día grande en el muy taurino Hotel Río de la capital pacense, donde se embutió el terno que creó para él el sastre Fermín. Desde por la mañana, el ambiente en torno a la cita fue el de las grandes ocasiones porque, a presenciar el doctorado de Miguel Ángel Perera, llegaron aficionados de diversos puntos de España y Portugal. Que eran aquéllos otros tiempos para la novillería, para la forja de toreros nuevos que, antes que nada, podían torear para, con ello, alimentar la expectativa y la expectación ante su nombre. Ambas se plasmaron ilusionadas en la ovación que arropó al paseíllo, así como en cada compás de la faena de su ceremonia, que lo fue ante el toro de nombre Miliciano, de la ganadería de Jandilla, con el paso del tiempo, uno de sus hierros predilectos. Brindó el toro a su padre y derrochó en su actuación decisión a raudales, ganas inmensas de ser por encima de las condiciones de su oponente que, como el que le siguió, no le ayudaron como hubiera sido deseable. Terminó la tarde Miguel Ángel cortando una oreja, que fue lo de menos.20190623 alternativa03 Lo de más fue el comienzo de un camino que, a día de hoy, se completa, por ejemplo, con siete triunfos de puerta grande en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid -uno de novillero y seis como matador-, si bien en una de ellas, la del 3 de octubre de 2008, se vio privado de cruzar en volandas la gloria por las dos cornadas que recibió aquella tarde de la gesta en que se midió a cinco toros -no pudo lidiar al sexto por esos mismos percances-, en la que también llenó en solitario el coso venteño. Pero no sólo Madrid, en el haber de Perera están anotados quince años después cientos de éxitos que le jalonan como uno de los toreros pilares de la Tauromaquia contemporánea.

 

Ha pasado el tiempo -veinte años también desde que debutó como novillero- y Miguel Ángel vive uno de los grandes momentos de plenitud de su vida. Levantado a golpe de merecimiento que nadie le regaló y legitimado por la férrea defensa que ha hecho siempre -y que sigue haciendo- de sus valores como hombre y como torero. Se declara feliz y no hay mejor recompensa a este punto de un camino como el suyo. Un camino que hoy alcanza un hito. Y ante los hitos de los caminos de la vida, sólo queda pararse y mirar hacia atrás para valorar en su medida precisa cuanto se tiene por delante. Que sea tanto cuanto quieras y, sobre todo, que sea tanto cuanto de hermoso mereces. ¡Feliz cumpleaños de alternativa, torero!

Quince años de Perera

20190623 alternativa02De blanco y oro vestido y una cara de niño inolcutable tras la que ya se dibujaba la llama encendida de su ambición. Que nunca fue él ni hombre ni torero de quedarse indiferente ante nada ni a nadie dejar indiferente. A cada lado, quienes hoy son, quince años después, más que compañeros, dos excelentes amigos: Julián López El Juli en su condición de padrino y Matías Tejela, como testigo, que entró en el cartel en sustitución de Enrique Ponce, cogido el día antes, y que era el diestro llamado a investirle matador de toros. Pero, al final, es siempre la vida quien decide y marca los caminos… Eran las vísperas del día de San Juan de 2004. El escenario, su casa, la Plaza de Badajoz, a cuyo cobijo fue creciendo cuando, de la mano del maestro Luis Reina, decidió dejar de jugar al toro para al toro tributar su vida. Quince años desde entonces, tres lustros tras los que asegura haber conseguido mucho más de lo que jamás soñó. 

 

Se vistió aquel día grande en el muy taurino Hotel Río de la capital pacense, donde se embutió el terno que creó para él el sastre Fermín. Desde por la mañana, el ambiente en torno a la cita fue el de las grandes ocasiones porque, a presenciar el doctorado de Miguel Ángel Perera, llegaron aficionados de diversos puntos de España y Portugal. Que eran aquéllos otros tiempos para la novillería, para la forja de toreros nuevos que, antes que nada, podían torear para, con ello, alimentar la expectativa y la expectación ante su nombre. Ambas se plasmaron ilusionadas en la ovación que arropó al paseíllo, así como en cada compás de la faena de su ceremonia, que lo fue ante el toro de nombre Miliciano, de la ganadería de Jandilla, con el paso del tiempo, uno de sus hierros predilectos. Brindó el toro a su padre y derrochó en su actuación decisión a raudales, ganas inmensas de ser por encima de las condiciones de su oponente que, como el que le siguió, no le ayudaron como hubiera sido deseable. Terminó la tarde Miguel Ángel cortando una oreja, que fue lo de menos.20190623 alternativa03 Lo de más fue el comienzo de un camino que, a día de hoy, se completa, por ejemplo, con siete triunfos de puerta grande en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid -uno de novillero y seis como matador-, si bien en una de ellas, la del 3 de octubre de 2008, se vio privado de cruzar en volandas la gloria por las dos cornadas que recibió aquella tarde de la gesta en que se midió a cinco toros -no pudo lidiar al sexto por esos mismos percances-, en la que también llenó en solitario el coso venteño. Pero no sólo Madrid, en el haber de Perera están anotados quince años después cientos de éxitos que le jalonan como uno de los toreros pilares de la Tauromaquia contemporánea.

 

Ha pasado el tiempo -veinte años también desde que debutó como novillero- y Miguel Ángel vive uno de los grandes momentos de plenitud de su vida. Levantado a golpe de merecimiento que nadie le regaló y legitimado por la férrea defensa que ha hecho siempre -y que sigue haciendo- de sus valores como hombre y como torero. Se declara feliz y no hay mejor recompensa a este punto de un camino como el suyo. Un camino que hoy alcanza un hito. Y ante los hitos de los caminos de la vida, sólo queda pararse y mirar hacia atrás para valorar en su medida precisa cuanto se tiene por delante. Que sea tanto cuanto quieras y, sobre todo, que sea tanto cuanto de hermoso mereces. ¡Feliz cumpleaños de alternativa, torero!

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