20240623 badajoz002
23 de junio de 2024 
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de NÚÑEZ DEL CUVILLO
 
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Juan Ortega
Roca Rey
 
La tarde soñada
 

Fue llegar a la plaza y abrir los ojos como quien busca que nada se le escape. Mira que Miguel Ángel conoce esa plaza, que es su casa. Mira que ha entrado y que ha estado veces en ella, pero hoy era diferente. Hoy se trataba de mirar buscando encontrar. Quizá, el recuerdo de aquella primera vez que, siendo niño, llegó a ella con todas las ilusiones y todos los miedos también que se tiene a lo nuevo cuando eres niño. Y cómo se le abrió de inmensa la plaza y todo lo que ella suponía. La escuela, los compañeros, el maestro Luis Reina, el run run que desde pronto le acompañó por lo que de común destilaba, esa capacidad tan Perera y tan vigente. Seguro que también tantas estampas de cada vez que estuvo allí. De paisano y de torero. De hombre y de luces. Anónimo y como héroe. En silencio y en medio del clamor. Seguro que todo eso buscó Perera en el patio de su casa, en el patio de su plaza, mientras recibía tantas felicitaciones y tanto justo reconocimiento por veinte años de torería honrando a la profesión que todo se lo ha dado, sobre todo, la felicidad. Y seguro que una lágrima le asomó al alma cuando su gente, su tierra, lo sacó a saludar con una de esas ovaciones sinceras y cabales que llevan eco, que eco dejan… 

 

Y luego se puso a torear como tantas veces toreó desde la fidelidad a un concepto que es pura verdad. Y desgranó, interpretó y respondió todas las interrogantes de sus dos toros. Y los exhibió. Y los honró también porque es cosa de toreros mostrar la grandeza de quienes le acompañan en el baile de la gloria. Le dio temple al bueno y le dio temple al que quiso irse. Pero como los dos tenían buen fondo, a ambos les sacó lo mejor para levantar en la tarde un monumento a su tauromaquia. Qué despacio ligó las tandas del primero, que brindó a Miguel, su padre, el primer arquitecto de todo lo conseguido. Cómo lució y cuajó la noble profundidad del toro de Cuvillo, con qué sutileza, con cuánto mando del que no obliga, sino que convence. Quiso menos por el izquierdo el animal, pero también por ahí le dio su tiempo -ese otro tiempo que tenía- para sacarle lo que dentro llevaba. Se fue tras la espada con la misma seguridad con que planteó la faena toda y las dos orejas fueron inapelables a sus manos.

 

Donde aún cupieron otras dos tras la faena al cuarto, de buen aire también, pero tan justo de raza que se rajó muy pronto. Lástima a tenor de lo franco que se vino de largo al inicio del trasteo, de rodillas en los medios. Para dejar que le rozara los alamares de la espalda primero y los del pecho después cuando lo toreó en redondo con la misma despaciosidad y encaje que si estuviera de pie. Hundido en su cintura, encajado todo, tan suave. Pero dijo nones el toro y buscó la huida, la misma que tantas veces le tapó Perera con su muleta inapelable, pero de nuevo por convencimiento. Porque podido como estaba ya el animal, no cabía someterlo más, no obligarlo demasiado, sino hacerle embestir. Y le puso la brújula por delante y le dijo “mira, es por aquí. Y por aquí también. Y también por aquí…” Y así le fue ligando las tandas, tan en redondo como imposible parecían sólo un momento antes. Lo quitó de la querencia y le extrajo lo mejor. Especialmente, una última serie al natural sencillamente sublime. Por relajo, por lenta, por desmayada, por natural, por torera… Con lo esencial culminado, dejó Miguel Ángel que el toro se fuera al terreno que anhelaba para, allí, enjaretarle una tanda de luquesinas completamente pegado a tablas y otra por bernardinas antes de otra gran estocada, que tumbó el toro sin puntilla. Fue la rúbrica perfecta a una tarde perfecta. La que Miguel Ángel Perera había imaginado según se iba acercando los días antes y en cada detalle que fue buscando con su mirada desde que pisó la plaza. Como quien se busca a sí mismo, a lo que fue y a lo que es para regalarse lo que de verdad merecía: la tarde soñada.

Plaza de Toros de BADAJOZ Más de media entrada. Se lidian toros de NÚÑEZ DEL CUVILLO
 
Miguel Ángel Perera: dos orejas y dos orejas
Juan Ortega: ovación y ovación
Roca Rey: oreja y ovación
 
  
  _MG_4341.JPG _MG_4347.JPG _MG_4379.JPG _MG_4390.JPG _MG_4413.JPG _MG_4417.JPG _MG_4427.JPG _MG_4451.JPG _MG_4465.JPG _MG_4498.JPG _MG_4499.JPG _MG_4509.JPG _MG_4630.JPG _MG_4641.JPG _MG_4650.JPG _MG_4654.JPG _MG_4658.JPG _MG_4681.JPG _MG_4695.JPG _MG_4702.JPG _MG_4705.JPG _MG_4728.JPG _MG_4739.JPG _MG_4749.JPG _MG_4762.JPG _MG_4787.JPG _MG_4794.JPG _MG_4799.JPG _MG_4809.JPG _MG_4820.JPG _MG_4825.JPG _MG_4835.JPG _MG_4853.JPG _MG_4862.JPG _MG_4875.JPG _MG_4882.JPG _MG_4892.JPG _MG_4906.JPG _MG_4916.JPG _MG_4933.JPG _MG_4951.JPG _MG_4959.JPG _MG_5003.JPG
 
20240623 badajoz002
23 de junio de 2024 
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de NÚÑEZ DEL CUVILLO
 
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Juan Ortega
Roca Rey
 
La tarde soñada
 

Fue llegar a la plaza y abrir los ojos como quien busca que nada se le escape. Mira que Miguel Ángel conoce esa plaza, que es su casa. Mira que ha entrado y que ha estado veces en ella, pero hoy era diferente. Hoy se trataba de mirar buscando encontrar. Quizá, el recuerdo de aquella primera vez que, siendo niño, llegó a ella con todas las ilusiones y todos los miedos también que se tiene a lo nuevo cuando eres niño. Y cómo se le abrió de inmensa la plaza y todo lo que ella suponía. La escuela, los compañeros, el maestro Luis Reina, el run run que desde pronto le acompañó por lo que de común destilaba, esa capacidad tan Perera y tan vigente. Seguro que también tantas estampas de cada vez que estuvo allí. De paisano y de torero. De hombre y de luces. Anónimo y como héroe. En silencio y en medio del clamor. Seguro que todo eso buscó Perera en el patio de su casa, en el patio de su plaza, mientras recibía tantas felicitaciones y tanto justo reconocimiento por veinte años de torería honrando a la profesión que todo se lo ha dado, sobre todo, la felicidad. Y seguro que una lágrima le asomó al alma cuando su gente, su tierra, lo sacó a saludar con una de esas ovaciones sinceras y cabales que llevan eco, que eco dejan… 

 

Y luego se puso a torear como tantas veces toreó desde la fidelidad a un concepto que es pura verdad. Y desgranó, interpretó y respondió todas las interrogantes de sus dos toros. Y los exhibió. Y los honró también porque es cosa de toreros mostrar la grandeza de quienes le acompañan en el baile de la gloria. Le dio temple al bueno y le dio temple al que quiso irse. Pero como los dos tenían buen fondo, a ambos les sacó lo mejor para levantar en la tarde un monumento a su tauromaquia. Qué despacio ligó las tandas del primero, que brindó a Miguel, su padre, el primer arquitecto de todo lo conseguido. Cómo lució y cuajó la noble profundidad del toro de Cuvillo, con qué sutileza, con cuánto mando del que no obliga, sino que convence. Quiso menos por el izquierdo el animal, pero también por ahí le dio su tiempo -ese otro tiempo que tenía- para sacarle lo que dentro llevaba. Se fue tras la espada con la misma seguridad con que planteó la faena toda y las dos orejas fueron inapelables a sus manos.

 

Donde aún cupieron otras dos tras la faena al cuarto, de buen aire también, pero tan justo de raza que se rajó muy pronto. Lástima a tenor de lo franco que se vino de largo al inicio del trasteo, de rodillas en los medios. Para dejar que le rozara los alamares de la espalda primero y los del pecho después cuando lo toreó en redondo con la misma despaciosidad y encaje que si estuviera de pie. Hundido en su cintura, encajado todo, tan suave. Pero dijo nones el toro y buscó la huida, la misma que tantas veces le tapó Perera con su muleta inapelable, pero de nuevo por convencimiento. Porque podido como estaba ya el animal, no cabía someterlo más, no obligarlo demasiado, sino hacerle embestir. Y le puso la brújula por delante y le dijo “mira, es por aquí. Y por aquí también. Y también por aquí…” Y así le fue ligando las tandas, tan en redondo como imposible parecían sólo un momento antes. Lo quitó de la querencia y le extrajo lo mejor. Especialmente, una última serie al natural sencillamente sublime. Por relajo, por lenta, por desmayada, por natural, por torera… Con lo esencial culminado, dejó Miguel Ángel que el toro se fuera al terreno que anhelaba para, allí, enjaretarle una tanda de luquesinas completamente pegado a tablas y otra por bernardinas antes de otra gran estocada, que tumbó el toro sin puntilla. Fue la rúbrica perfecta a una tarde perfecta. La que Miguel Ángel Perera había imaginado según se iba acercando los días antes y en cada detalle que fue buscando con su mirada desde que pisó la plaza. Como quien se busca a sí mismo, a lo que fue y a lo que es para regalarse lo que de verdad merecía: la tarde soñada.

Plaza de Toros de BADAJOZ Más de media entrada. Se lidian toros de NÚÑEZ DEL CUVILLO
 
Miguel Ángel Perera: dos orejas y dos orejas
Juan Ortega: ovación y ovación
Roca Rey: oreja y ovación
 
  
  _MG_4341.JPG _MG_4347.JPG _MG_4379.JPG _MG_4390.JPG _MG_4413.JPG _MG_4417.JPG _MG_4427.JPG _MG_4451.JPG _MG_4465.JPG _MG_4498.JPG _MG_4499.JPG _MG_4509.JPG _MG_4630.JPG _MG_4641.JPG _MG_4650.JPG _MG_4654.JPG _MG_4658.JPG _MG_4681.JPG _MG_4695.JPG _MG_4702.JPG _MG_4705.JPG _MG_4728.JPG _MG_4739.JPG _MG_4749.JPG _MG_4762.JPG _MG_4787.JPG _MG_4794.JPG _MG_4799.JPG _MG_4809.JPG _MG_4820.JPG _MG_4825.JPG _MG_4835.JPG _MG_4853.JPG _MG_4862.JPG _MG_4875.JPG _MG_4882.JPG _MG_4892.JPG _MG_4906.JPG _MG_4916.JPG _MG_4933.JPG _MG_4951.JPG _MG_4959.JPG _MG_5003.JPG
 
Aviso Legal - Política de privacidad
Este sitio utiliza cookies propias y de terceros para optimizar tu navegación, adaptarse a tus preferencias y realizar labores analíticas. Aceptar Más información