No hay temporada que se precie sin el encuentro feliz de Miguel Ángel Perera con un toro al que consigue devolver a la plena libertad del campo después de haber entregado por completo su bravura en una plaza de toros. Ese toro este año -por ahora- se llama Cortijero, luce el hierro de Julio de la Puerta y vuelve a la vida tras permitir al torero extremeño en Medina del Campo una de sus grandes faenas de 2023.
No se empleó demasiado en el capote Cortijero, aunque sí poco a poco se fue descubriendo su clase durante la lidia impecable de Curro Javier. Se desmonteró Javier Ambel en banderillas, preámbulo de una sinfonía de toreo de Miguel Ángel. De ese toreo absolutamente luminoso, fresco, lúcido y reposado que ya ha desplegado este año en un buen puñado de faenas. Un año, por cierto, en el que Perera ha recuperado la regularidad en el triunfo que la espada tantas veces le restó en campañas precedentes. Fue bueno el toro de Julio de la Puerta, pero el torero lo hizo mejor. Como el escultor que obra el arte del alma de la madera, fue esculpiendo Miguel Ángel el fondo extraordinario de Cortijero en una faena muy planteada a su favor. Todo se le hizo para que sacara de sí todo lo bueno que tenía. Lo ayudó cuando el burel lo necesitó y le apretó para que el indulto fraguara cuando ya la mecha se había encendido en el tendido. Asomó el pañuelo naranja enmedio de la espiral de toreo sin fin de Perera, relajado y abandonado, inteligente y generoso, tremendamente templado y disfrutando de verdad de las virtudes de su compañero.
Ya se había asegurado la puerta grande tras cortar las dos orejas de su primero, otro buen animal, noble y con entrega enclasada, al que Miguel Ángel también exigió para componer tandas por ambos pitones de hondo metraje y ritmo congelado, perfectas en sus tiempos y en su trazo, impecables, inmaculadas, exactas y ligadas porque la muleta no se separaba nunca de la mirada del toro y éste se volvía de cada embestida buscando por abajo la siguiente. Disfrutó también Perera cuajando a este toro ya desde el ajustado quite por chicuelinas con el que puso arriba del todo del nivel de un conjunto de más a más.
No hay temporada que se precie sin el encuentro feliz de Miguel Ángel Perera con un toro al que consigue devolver a la plena libertad del campo después de haber entregado por completo su bravura en una plaza de toros. Ese toro este año -por ahora- se llama Cortijero, luce el hierro de Julio de la Puerta y vuelve a la vida tras permitir al torero extremeño en Medina del Campo una de sus grandes faenas de 2023.
No se empleó demasiado en el capote Cortijero, aunque sí poco a poco se fue descubriendo su clase durante la lidia impecable de Curro Javier. Se desmonteró Javier Ambel en banderillas, preámbulo de una sinfonía de toreo de Miguel Ángel. De ese toreo absolutamente luminoso, fresco, lúcido y reposado que ya ha desplegado este año en un buen puñado de faenas. Un año, por cierto, en el que Perera ha recuperado la regularidad en el triunfo que la espada tantas veces le restó en campañas precedentes. Fue bueno el toro de Julio de la Puerta, pero el torero lo hizo mejor. Como el escultor que obra el arte del alma de la madera, fue esculpiendo Miguel Ángel el fondo extraordinario de Cortijero en una faena muy planteada a su favor. Todo se le hizo para que sacara de sí todo lo bueno que tenía. Lo ayudó cuando el burel lo necesitó y le apretó para que el indulto fraguara cuando ya la mecha se había encendido en el tendido. Asomó el pañuelo naranja enmedio de la espiral de toreo sin fin de Perera, relajado y abandonado, inteligente y generoso, tremendamente templado y disfrutando de verdad de las virtudes de su compañero.
Ya se había asegurado la puerta grande tras cortar las dos orejas de su primero, otro buen animal, noble y con entrega enclasada, al que Miguel Ángel también exigió para componer tandas por ambos pitones de hondo metraje y ritmo congelado, perfectas en sus tiempos y en su trazo, impecables, inmaculadas, exactas y ligadas porque la muleta no se separaba nunca de la mirada del toro y éste se volvía de cada embestida buscando por abajo la siguiente. Disfrutó también Perera cuajando a este toro ya desde el ajustado quite por chicuelinas con el que puso arriba del todo del nivel de un conjunto de más a más.