20220902 merida002
2 de septiembre de 2022
MÉRIDA
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de CAYETANO MUÑOZ
 
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Daniel Luque
Ginés Marín
 
 
Que por los abuelos, todo
 

Era su casa -Extremadura- y el día de la reapertura de una plaza que en su casa ha sido y tiene que volver a ser fundamental. Y además de eso, había brindado la muerte de su segundo toro a sus abuelos paternos, presentes en el tendido. Por tanto, no cabía rendirse ni excusarse en la desesperante, e incluso, peligrosa mansedumbre de ese segundo de Cayetano Muñoz por más que opciones tuvo de tomar la espada y acabar con aquello en cuanto la gente vio cómo era el toro. Dicho queda: manso de huir, incierto porque medía y llegaba al embroque andando y mirando y sin clase ninguna. Un regalo. Pero era Mérida -Extremadura, su tierra- y ese brindis a quienes Perera idolatra justificaba el ejercicio de raza, de ambición y de profundo fondo técnico para, en los terrenos que eligió el toro, los de su querencia de rendición, rajado en tablas, robarle un puñado de tandas que terminaron poniendo la plaza en pie. La clave: taparle siempre la salida al toro, no despegarle la muleta más allá de unos centímetros de su mirada, girar sobre él buscando provocar la acometida y tragarle todas sus dudas para transformarlas en embestidas robadas con las que construir series que, solo unos minutos antes parecían imposibles. Soberbio. Cobró Miguel Ángel una estocada entera que provocó más huida aún en el toro, al que terminó derrotando de un golpe de descabello. Oreja importante, arrancada y más que merecida. Aunque el premio real, el que se queda en el alma, fue la sonrisa de orgullo, de felicidad y de amor de Narciso y Fructuosa cuando su nieto, después de poner Mérida boca abajo, fue a recogerles la montera.

 

Tuvo nobleza el primero de Cayetano Muñoz, pero se apagó pronto y estuvo el mérito del torero en multiplicar las embestidas y su duración. Lo toreó a placer ya desde el capote en un quite por chicuelinas muy ajustadas emplazado en el centro del anillo. Fue después de su soberbio puyazo de Ignacio Rodríguez y antes de un extraordinario tercio de banderillas a cargo de Javier Ambel y Vicente Herrera. Brindó al público Perera -entre ellos, sus abuelos- y disfrutó en todos los tiempos de una faena de muleta que tuvo la base técnica del temple como clave para que el toro durara más de lo que podía y las formas bellas de lo que se hace al ralentí. Mimó el extremeño a su oponente, tiró de él sin forzarlo nunca y cinceló su buen fondo al que, dicho queda, le faltó más motor. Pinchó arriba antes de cobrar una gran estocada que tiró de inmediato, lo que le valió para hacerse con una oreja. 

Plaza de Toros de MÉRIDA. Media plaza. Se lidian toros de CAYETANO MUÑOZ
 
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja
Daniel Luque: oreja y oreja
Ginés Marín: dos orejas y oreja

20220902 merida002
2 de septiembre de 2022
MÉRIDA
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de CAYETANO MUÑOZ
 
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Daniel Luque
Ginés Marín
 
 
Que por los abuelos, todo
 

Era su casa -Extremadura- y el día de la reapertura de una plaza que en su casa ha sido y tiene que volver a ser fundamental. Y además de eso, había brindado la muerte de su segundo toro a sus abuelos paternos, presentes en el tendido. Por tanto, no cabía rendirse ni excusarse en la desesperante, e incluso, peligrosa mansedumbre de ese segundo de Cayetano Muñoz por más que opciones tuvo de tomar la espada y acabar con aquello en cuanto la gente vio cómo era el toro. Dicho queda: manso de huir, incierto porque medía y llegaba al embroque andando y mirando y sin clase ninguna. Un regalo. Pero era Mérida -Extremadura, su tierra- y ese brindis a quienes Perera idolatra justificaba el ejercicio de raza, de ambición y de profundo fondo técnico para, en los terrenos que eligió el toro, los de su querencia de rendición, rajado en tablas, robarle un puñado de tandas que terminaron poniendo la plaza en pie. La clave: taparle siempre la salida al toro, no despegarle la muleta más allá de unos centímetros de su mirada, girar sobre él buscando provocar la acometida y tragarle todas sus dudas para transformarlas en embestidas robadas con las que construir series que, solo unos minutos antes parecían imposibles. Soberbio. Cobró Miguel Ángel una estocada entera que provocó más huida aún en el toro, al que terminó derrotando de un golpe de descabello. Oreja importante, arrancada y más que merecida. Aunque el premio real, el que se queda en el alma, fue la sonrisa de orgullo, de felicidad y de amor de Narciso y Fructuosa cuando su nieto, después de poner Mérida boca abajo, fue a recogerles la montera.

 

Tuvo nobleza el primero de Cayetano Muñoz, pero se apagó pronto y estuvo el mérito del torero en multiplicar las embestidas y su duración. Lo toreó a placer ya desde el capote en un quite por chicuelinas muy ajustadas emplazado en el centro del anillo. Fue después de su soberbio puyazo de Ignacio Rodríguez y antes de un extraordinario tercio de banderillas a cargo de Javier Ambel y Vicente Herrera. Brindó al público Perera -entre ellos, sus abuelos- y disfrutó en todos los tiempos de una faena de muleta que tuvo la base técnica del temple como clave para que el toro durara más de lo que podía y las formas bellas de lo que se hace al ralentí. Mimó el extremeño a su oponente, tiró de él sin forzarlo nunca y cinceló su buen fondo al que, dicho queda, le faltó más motor. Pinchó arriba antes de cobrar una gran estocada que tiró de inmediato, lo que le valió para hacerse con una oreja. 

Plaza de Toros de MÉRIDA. Media plaza. Se lidian toros de CAYETANO MUÑOZ
 
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja
Daniel Luque: oreja y oreja
Ginés Marín: dos orejas y oreja
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