DOS OREJAS DE MUCHO PESO EN AZPEITIA
Arévalo (con indulto incluido), Pamplona, Roquetas de Mar, Santander y hoy Azpeitia. Cuatro citas en el mes de julio en las que se enmarca un mes espléndido de Miguel Ángel Perera. De constatación tras constatación del momento macizo en el que se encuentra. De su solidez, de su torería, de su regusto. Cuatro citas en un mes que sirve para seguir llamando la atención sobre su temporada más allá de que la espada haya mermado más de un triunfo. El momento de Perera es para no perdérselo. Para saborearlo. Azpeitia lo hizo hoy al encontrarse con un torero inconformista, encendido, iluminado, disfrutando del punto de sazón alcanzado y que redunda en la dimensión de la capacidad de la que el extremeño siempre hizo gala.
Viene Miguel Ángel bordando el toreo con el capote. Hoy también pudo hacerlo ante Hostelero, el bravo quinto que respondió con fijeza, prontitud y celo desde su salida al ruedo, lo que valió al diestro de Badajoz para templarlo con el percal en un puñado de lances de cintura enterrada y manos muy bajas. Fue emotivo el tercio de banderillas protagonizado por Curro Javier y Guillermo Barbero, que se desmonteraron. Y esa misma emoción fue a más en una faena de muleta poderosa, intensa, autoritaria, de más a más. Un pulso en toda regla. Un toro bravo exigiendo, tratando de imponer su ley, la ley del más fuerte, y un torero muy capaz imponiendo la suya, la ley de la inteligencia, de la razón, del corazón también. Fue el tipo de faena que gusta de verdad a Miguel Ángel porque tuvo enfrente el tipo de toro que se lo soporta. Todo muy por delante a la hora de iniciar los muletazos. Y siempre por abajo. Y despacio, muy despacio. Y largo, muy largo. Como si cada muletazo no terminara nunca y se imantara al siguiente. Hostelero, con la cara por el suelo, haciendo surco en el albero. Y Perera, conduciéndolo más por abajo todavía. Con todo el peso del cuerpo cayendo a plomo sobre los riñones. Encajado, entregado, abandonado. Roto sin una sola fisura. Rotundo de verdad. En esa línea creciente de toda la temporada mas allá de los triunfos ratificados con la espada y en esa dimensión que en este mes de julio se ha puesto más de manifiesto todavía. La estocada fue a la altura de la obra entera. Perfecta, contundente. Y las dos orejas, de peso. De mucho peso.
Escasas opciones tuvo Miguel Ángel ante el primero de su lote (antes hubo de terminar la faena al primero de la tarde, tras resultar herido Curro Díaz). No tuvo clase el toro, pero tampoco fue sencillo. No regaló nada. No se entregó el de Fuente Ymbro y había que poderle con mando. Y lo hizo en series de una gran base técnica bajo la máxima de la firmeza, de la seguridad, de lo macizo que está, de lo importante que se siente. El bonus vino -apuntado queda- con el primer toro de la tarde, qe volteó feo a Curro Díaz, quien hubo de entrar a la enfermería. Tuvo el genio el toro. Tampoco lo puso sencillo, pero se encontró a Perera igual de sólido que en toda la tarde y le terminó pudiendo en varias series en las que lo obligó hasta poderle. Lo pinchó antes de la estocada definitiva y recogió una ovación.
Plaza de Toros de AZPEITIA. Lleno en los tendidos. Se lidian toros de FUENTE YMBRO. El quinto, Hostelero de nombre, premiado con la vuelta al ruedo.
Curro Díaz: herido y oreja.
Miguel Ángel Perera: ovación en el que mata por Curro Díaz, silencio y dos orejas
Roca Rey: silencio y ovación
Se desmonteran Curro Javier y Guillermo Barbero tras banderillear al quinto.