23 de junio de 2017
ALGECIRAS
Real Feria
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
LA PALMOSILLA
Enrique Ponce
MIGUEL ÁNGEL PERERA
José Garrido
PUERTA GRANDE EN ALGECIRAS
Fue el primero de Miguel Ángel Perera un toro sobresaliente. Con mucha clase. De ésos que anuncian lo que lleva dentro desde el principio, sólo con la manera en que se desplazan en el capote, por abajo y ya ahí templado. Con ese fondo, le vino de perlas cómo le trató el torero. Desde la primera verónica. Con ese tacto, con esa mecida, con ese ritmo tan a compás. Iba creciendo la confianza y, con ella, el disfrute de Perera a cada lance en esa serie larga con que se lo sacó a los medios, a la verónica primero y por chicuelinas después. Desde los adentros hasta los mismos medios, donde lo dejó abrochado de media por debajo de la cintura. Como es costumbre y como procediía, lo cuidó al máximo en el caballo para luego paladearlo aún más en el quite con el capote alternando tafalleras y gaoneras. Todo muy despacio, todo impregnado de un regusto que salpicaba a los tendidos, donde se paladeó también con entusiasmo.
Así las cosas, se fue Miguel Ángel a los medios para anclarse en el corazón del ruedo y dejarse venir a Añorado-66 tan de largo y tan franco como ajustados fueron los pases cambiados por la espalda. Sin rectificar un ápice el torero, confiando todo al juego de sus brazos porque sus piernas fueron dos ejes pétreos. El preámbulo de la faena de muleta no hizo sino alimentar la expectativa de que el toro servía y mucho y de que Miguel Ángel lo iba a cuajar a lo grande. Dicho y hecho. Las dos primeras tandas en redondo tuvieron enjundia desde el primer muletazo. Por dónde empezaba cada uno, por cuánto duraban, por lo abajo que se forjaban y por lo más allá que se encadenaban al siguiente. Tandas largas en su metraje y reposadas en su desarrollo. A más en lentitud. Cuanto más bajaba la mano Perera, más encajaba su cuerpo en la cintura para que el toreo, aun sutil, fuera cayendo a plomo. Al cambiar de pitón el torero, cantó el de La Palmosilla su instinto de rajarse. Varios amagos hizo que se quedaron en no más porque no le dejó Miguel Ángel que se fuera. Le perseguía con el toreo latiéndole en la yema de los dedos. A veces, yéndose detrás hasta imantarlo de nuevo a la muleta, a veces -la mayoría- haciendo de ésta el único paisaje que Añorado sabía en su presencia y el único a camino a seguir. Se hundió Miguel Ángel también en varios naturales de bellísima tersura. El colofón lo puso el diestro de Badajoz en una sucesión sin fin de muletazos al natural por ambos pitones con el toro embebido en el mando absoluto del torero. Pinchó antes de una estocada entera y Algeciras le pidió con fuerza el primer trofeo.
Fue completamente diferente el escenario ante el segundo toro. Porque Brujito-66 nada tuvo que ver con su hermano. Y eso que otra vez se le cuidó como es habitual y que la lidia de Javier Ambel no pudo ser más a favor del ejemplar de La Palmosilla. Pero no llevaba nada bueno por dentro y eso termina saliendo más tarde o más temprano. Protestó el toro, bronco, pegajoso, sin salirse nunca de la muleta, se quedaba en ella porque nunca se entregaba y la buscaba para quitársela. Soportó Miguel Ángel con firmeza el envite desvaído del astado, le consintió su aspereza y le ganó los terrenos para terminar imponiendo su dominio. Lo mató pronto de media estocada y la plaza reconoció su sincera entrega con la segunda oreja que le abría la Puerta Grande. La primera puerta grande del verano que acaba de comenzar. A esta historia le quedan más capítulos. Ya verán...
Plaza de Toros de ALGECIRAS. Media plaza. Se lidian toros de LA PALMOSILLA.
Enrique Ponce: ovación y oreja.
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja.
José Garrido: ovación y oreja