27 de mayo de 2017
CÁCERES
Feria de SAN FERNANDO
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
CHARRO DE LLEN
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Cayetano
Emilio de Justo
COMO CÁCERES ESPERABA
Se mereciía Cáceres vivir un fin de semana de toros como éste que termina. Después de la sin razón que le dejó sin su pasión el año pasado, el público cacereño se ha volcado éste yendo a la plaza y demostrando que nadie debe decidir por él. El ambiente hoy era realmente bonito. La asistencia de público, la ovación a los toreros al terminar el paseíllo, cómo han valorado cuanto de bueno ha pasado en el ruedo... Cáceres esperaba y se merecía días así, en los que la razón se impusiera a la sinrazón.
Y Cáceres esperaba ver al Miguel Ángel Perera que ha visto. Macizo, rotundo, redondo. Un torero muy por encima de su lote, al que multiplicado sus opciones a base de aplicar cuanto de ciencia tiene el toreo. Esa ciencia que da el tiempo, el paso de las temporadas, el toreo pensado y el sentido aun cuando no se torea. Fue la faena a su primero un trabajo de artesanía, de forja, de ir esculpiendo la embestida del toro a base de mando y de firmeza, de embarcar al toro muy por delante y con la muleta muy puesta para descargar detrás de la cadera. Ahormando la voluntad del toro para cuajarlo luego en series más en la corta distancia, ese lugar que le es reservado. A éste le cortó la primera oreja de su premio final.
La otra la obtuvo del cuarto, fruto de otra lección de cómo encauzar y hacer la buena la acometida de un toro, algo remiso hasta entonces. Lo logró Miguel Ángel con la varita mágica de su oficio, de su temple, de ese ir convenciendo hasta terminar exprimiendo una vez que el astado se centra ya sólo en la que es su razón de ser. Le aplicó Perera variedad a la segunda parte de su faena con tandas con la muleta invertida, en un ejercicio de originalidad e improvisación que es reflejo también de su momento de libertad.
Plaza de Toros de CÁCERES. Tres cuartos de entrada. Se lidian toros de CARMEN LORENZO, EL CAPEA y SAN PELAYO.
Miguel Ángel Perera: oreja y oreja
Cayetano: ovación y oreja
Emilio de Justo: ovación y oreja