4 de febrero de 2017
GUADALAJARA
Feria del 50 Aniversario de la Plaza Nuevo Progreso
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
MIMIAHUAPAM
Ignacio Garibay
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Diego Silveti
CINCUENTA AÑOS BIEN LO MERECÍAN...
Pasará el tiempo y se irá difuminando lo agrio de saber que se escapó otro tirunfo numérico, quizá, el más rotundo de la actual campaña mexicana de Miguel Ángel Perera. Pero, sobre todo, pasará el tiempo y el público que hoy estuvo en la Nuevo Progreso de Guadalajara seguirá recordando la actuación del torero de Puebla del Prior. Por sublime. Por cuajada. Por compacta. Por rotunda. Las fotografías de Miguel López que ilustran esta información hablan por sí solas. Más que todas las palabras juntas. Pero de verdad que los cincuenta años que cumple esta plaza bien merecían dos obras como las esculpidas por Perera.
Miguel Ángel le cortó una oreja a su primer toro, que debieron ser las dos y que lo podían haber sido de haber rematado su actuación con una estocada entera. Lo hizo con media para culminar una de sus faenas más sólidas y rotundas de lo que va de campaña mexicana. Exprimió el extremeño la noble condición del ejemplar de Mimiahuapam y compuso una obra plena de capacidad técnica y de prodigioso temple que entusiasmó al público de la Nuevo Progreso. No se dejó nada Perera en el esportón de su voluntad para construir una obra de mucho fondo y de sincero disfrute que le sirvió para apasionar a los tendidos.
Lo volvió a hacer en el quinto, un toro que sirvió más por el pitón derecho, por donde Miguel Ángel Perera, otra vez, lo cuajó de principio a fin, de clamor, con el público de Guadalajara vibrando con el toreo del de Badajoz. Otra demostración de autoridad y de poder para romper muy por abajo y prolongar hasta el infinito la embestida entregada del astado de Mimiahuapam, al que le costó mucho más por el lado izquierdo. Pero a diestras, Perera fue capaz de condensar todo su concepto en un manojo de muletazos inmensos de largo, yéndose el torero por completo tras la embestida, en busca de multiplicar su dimensión y su longitud. Y crujió Nuevo Progreso con cada uno de ellos, porque cada uno de ellos surgió a cada cual más ajustado, más reunido, más acompasado, más hondo y más despacio. No es justo que, otra vez, la espada se llevara por delante una faena así, sin duda, de dos orejas también. Cuatro debieron pasar hoy por las manos de Miguel Ángel. Sólo lo hizo una, aunque nada tangible merece opacar toda la felicidad en forma de toreo que Perera le regaló a Guadalajara. Cincuenta años de vida bien lo merecían...
Plaza de Toros NUEVO PROGRESO de GUADALAJARA. Media entrada. Se lidian toros de MIMIAHUAPAM
Ignacio Garibay: ovación y silencio
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación
Diego Silveti: silencio y silencio y silencio en el sobrero que regaló