20160912-parla01
12 de septiembre de 2016
PARLA
Feria de la SOLEDAD
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
CARLOS NÚÑEZ
César Jiménez
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Cayetano
  
SENCILLAMENTE CUMBRE...
 
Los escenarios son espacios necesarios donde tienen que pasar las cosas. Un marco, un contexto, una localización. Puede que muchas veces los escenarios cualifiquen los acontecimientos que suceden en ellos. Pero también hay ocasiones en las que el suceso mismo supera por sí mismo la cualificación del escenario. Como hoy. Daba igual que fuera Parla o cualquier otro lugar: es el momento artístico de Miguel Ángel Perera lo que determina la importancia de lo que pasa a partir de él. Y hoy pasó que le salieron al extremeño dos toros que, cuando menos, se dejaron, lo que, comparado con la racha última, es mucho. Porque si hace días que venimos contando cómo el de Badajoz supera contratiempos diversos para imponer su autoridad y su momento en faenas muy trabajadas, esta tarde que sí contó con recursos para disfrutar más, el nivel de lo ofrecido por el de Puebla de Prior se sitúa a la altura de lo mejor de su año. Por cuajo, por relajo, por naturalidad, por torería, por regusto, por valor, por equilibrio, por consistencia, por brillantez...
 
 
La estela global de la actuación de Miguel Ángel fue de rotundidad, de estar muy macizo, como él mismo dice, muy fresco y gozando mucho en la plaza. Una sensación que se apoderó por igual de todo el que le vio hoy. Por ejemplo, ante el segundo núñez de su lote, un toro que tuvo, sobre todo, la virtud de la repetición y de la movilidad. Ingredientes que le sobraron a Perera para poner él todo lo demás. La suavidad y la despaciosidad desde el mismo recibo con el capote, la quietud y la luminosa improvisación en el arranque por estatuarios en la faena de muleta, la largura casi infinita, como elástica, como inacabable, de los derechazos mandones y tan templados, la tersura de los naturales para conducir sin quebrantar, la enorme naturalidad del arrimón tan extraordinario que se pegó enredándose la voluntad del toro a la barriga como quien se ata un cinturón... Fue todo. El conjunto, su peso, su poso. La seguridad que transmitió, la clarividencia que atesoró, la capacidad que derramó, la serenidad que inspiró... Era faena de rabo, pero la media estocada que cobró requirió de un golpe de descabello y el premio gordo se quedó en dos orejas. Daba un poco igual, era un mero resultado. Lo que no se cuantifica, se paladea, es tanto toreo, todo el toreo de un Miguel Ángel Perera en el mejor punto de su 2016.
 
 
Otros dos apéndices se anotó de su primero, algo protestón, pero también con cierto deje de calidad. Suficiente también para que el extremeño compusiera otra faena plena de aplomo, de inteligencia y de valor. El aplomo, para poner en práctica todo lo demás. La inteligencia, para entender que la clave pasaba por tomar el mando en el pulso y establecer las reglas del juego. Y el valor para pasarse una y otra vez al toro de Núñez por los muslos y la cintura a menos de lo que ocupa un hilo y sin rectificar ni una sola vez, sin reaccionar en modo alguno, solamente quedándose allí como de piedra y confiando todo su toreo al juego a compás de sus brazos y sus muñecas en series de muletazos por los dos flancos. Fue muy efectiva la estocada y Miguel Ángel abrió así, a las primeras de cambio, la doble hoja del coso madrileño. Más tarde la cruzó con la mirada iluminada desde el fondo y la expresión serena de plenitud de quien sabía que había firmado una tarde de toros sencillamente cumbre. 
 
Plaza de Toros de PARLA. Media entrada. Se lidian toros de CARLOS NÚÑEZ. 
 
César Jiménez: silencio y oreja
Miguel Ángel Perera:  dos orejas y dos orejas 
Cayetano: oreja y ovación
 
 
 
  MIGU4598.JPG MIGU4606.JPG MIGU4615.JPG MIGU4616.JPG MIGU4620.JPG MIGU4621.JPG MIGU4627.JPG MIGU4783.JPG MIGU4786.JPG MIGU4788.JPG MIGU4812.JPG MIGU4818.JPG MIGU4824.JPG MIGU4825.JPG MIGU4826.JPG MIGU4827.JPG MIGU4828.JPG MIGU4844.JPG MIGU4862.JPG MIGU4871.JPG MIGU4872.JPG MIGU4903.JPG MIGU4904.JPG MIGU4908.JPG MIGU4916.JPG MIGU4953.JPG MIGU4961.JPG MIGU4962.JPG MIGU4975.JPG MIGU4982.JPG MIGU4998.JPG
 

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12 de septiembre de 2016
PARLA
Feria de la SOLEDAD
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
CARLOS NÚÑEZ
César Jiménez
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Cayetano
  
SENCILLAMENTE CUMBRE...
 
Los escenarios son espacios necesarios donde tienen que pasar las cosas. Un marco, un contexto, una localización. Puede que muchas veces los escenarios cualifiquen los acontecimientos que suceden en ellos. Pero también hay ocasiones en las que el suceso mismo supera por sí mismo la cualificación del escenario. Como hoy. Daba igual que fuera Parla o cualquier otro lugar: es el momento artístico de Miguel Ángel Perera lo que determina la importancia de lo que pasa a partir de él. Y hoy pasó que le salieron al extremeño dos toros que, cuando menos, se dejaron, lo que, comparado con la racha última, es mucho. Porque si hace días que venimos contando cómo el de Badajoz supera contratiempos diversos para imponer su autoridad y su momento en faenas muy trabajadas, esta tarde que sí contó con recursos para disfrutar más, el nivel de lo ofrecido por el de Puebla de Prior se sitúa a la altura de lo mejor de su año. Por cuajo, por relajo, por naturalidad, por torería, por regusto, por valor, por equilibrio, por consistencia, por brillantez...
 
 
La estela global de la actuación de Miguel Ángel fue de rotundidad, de estar muy macizo, como él mismo dice, muy fresco y gozando mucho en la plaza. Una sensación que se apoderó por igual de todo el que le vio hoy. Por ejemplo, ante el segundo núñez de su lote, un toro que tuvo, sobre todo, la virtud de la repetición y de la movilidad. Ingredientes que le sobraron a Perera para poner él todo lo demás. La suavidad y la despaciosidad desde el mismo recibo con el capote, la quietud y la luminosa improvisación en el arranque por estatuarios en la faena de muleta, la largura casi infinita, como elástica, como inacabable, de los derechazos mandones y tan templados, la tersura de los naturales para conducir sin quebrantar, la enorme naturalidad del arrimón tan extraordinario que se pegó enredándose la voluntad del toro a la barriga como quien se ata un cinturón... Fue todo. El conjunto, su peso, su poso. La seguridad que transmitió, la clarividencia que atesoró, la capacidad que derramó, la serenidad que inspiró... Era faena de rabo, pero la media estocada que cobró requirió de un golpe de descabello y el premio gordo se quedó en dos orejas. Daba un poco igual, era un mero resultado. Lo que no se cuantifica, se paladea, es tanto toreo, todo el toreo de un Miguel Ángel Perera en el mejor punto de su 2016.
 
 
Otros dos apéndices se anotó de su primero, algo protestón, pero también con cierto deje de calidad. Suficiente también para que el extremeño compusiera otra faena plena de aplomo, de inteligencia y de valor. El aplomo, para poner en práctica todo lo demás. La inteligencia, para entender que la clave pasaba por tomar el mando en el pulso y establecer las reglas del juego. Y el valor para pasarse una y otra vez al toro de Núñez por los muslos y la cintura a menos de lo que ocupa un hilo y sin rectificar ni una sola vez, sin reaccionar en modo alguno, solamente quedándose allí como de piedra y confiando todo su toreo al juego a compás de sus brazos y sus muñecas en series de muletazos por los dos flancos. Fue muy efectiva la estocada y Miguel Ángel abrió así, a las primeras de cambio, la doble hoja del coso madrileño. Más tarde la cruzó con la mirada iluminada desde el fondo y la expresión serena de plenitud de quien sabía que había firmado una tarde de toros sencillamente cumbre. 
 
Plaza de Toros de PARLA. Media entrada. Se lidian toros de CARLOS NÚÑEZ. 
 
César Jiménez: silencio y oreja
Miguel Ángel Perera:  dos orejas y dos orejas 
Cayetano: oreja y ovación
 
 
 
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