20160823-cuenca01
23 de agosto de 2016
cuenca
Feria de san julián
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
MONTALVO
El Fandi
José María Manzanares
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
LA ESPADA JUEGA EN CONTRA DE MIGUEL ÁNGEL PERERA
 
Comparecía Miguel Ángel Perera por segunda tarde en la Feria de San Julián de Cuenca, en este caso, en sustitución de Andrés Roca Rey tras su percance de Málaga. La gran tarde protagonizada el domingo por el torero de Puebla de Prior le ponía ante este segundo paseíllo conquense y frente al reconocimiento unánime de su afición. Y se quedó a poco Miguel Angel de repetir gloria en la capital manchega porque, a pesar del juego muy a menos de sus dos toros de la ganadería de Montalvo, anduvo muy por encima de ellos y ofreciendo un nuevo derroche de ese temple de cristal que viene derramando esta temporada como la gran cualidad en su desarrollo.
 
Pudo y debió cortarle la dos orejas Miguel Ángel al primero de su lote, un toro noble pero al que le faltó todo lo demás y al que el extremeño le extrajo mucho más de lo que parecía tener en una labor poco menos que de espeleólogo de la bravura, ampliando resquicios por donde hallar la luz -al menos, la claridad- de un puñado de embestidas con las que lucir de verdad. Lo toreó templado con el capote desde el mismo recibo, que sirvió a Miguel Ángel para sacarse al de Montalvo a los medios con lances de extrema suavidad. Como luego en el quite, ejecutado en los medios bajo la condición primera de la quietud y dejando todo la responsabilidad del toreo al juego de sus muñecas. Una declaración de intenciones que prosiguió luego desde el primer muletazo de la faena. Muy despacio toreó Perera. Primero, como medicina con la que no quebrantar más la raza justa del cuatreño. Y segundo, como condición sine quanon de su forma de interpretar, ésa en la que Miguel Ángel lleva rebozándose todo el año con la cima, también en Cuenca, del indulto el domingo del toro Escarcha-62. Y es que las tandas del diestro surgieron por ambos pitones lentas como caen las hojas y en un trazo más largo del que prometía la condición del astado, al que Perera exigió por momentos casi sin que el toro se diera cuenta porque antes ya lo había consentido y convencido de las ventajas y de las bondades de embestir mejor y más profundo. Cuando se iba quedando ya sin compañero de viaje, Miguel Ángel ató sus zapatillas al ruedo conquense y enjaretó así pases de muy diversa naturaleza bajo el denominador común del mando, del dominio y de la entrega. Sólo porque pinchó en primera instancia antes de la estocada definitiva, perdió las dos orejas y hubo de conformarse con una sola.
 
Buscó Perera esa segunda presea con afán y con verdadera decisión en el que hizo sexto, otro toro de Montalvo, de condición más a menos todavía que su hermano. A éste, ni siquiera pudo el de Badajoz torearlo con el capote, mientras que en la muleta se pegó un arrimón de los de importancia y que no dejan lugar a la duda sobre a qué venía Miguel Ángel a Cuenca en ésta su segunda comparecencia. Tiró el torero de un amplio abanico de recursos buscando exprimir la mínima opción que le diera el de Montalvo, que fue mínima. Cuenca reconoció la entrega de Perera y se metió mucho en su faena. Lástima el fallo a espadas porque la segunda puerta grande en San Julián estaba garantizada. Con todo, y después de cuanto ha sucedido, Cuenca queda ya como una de las cimas del año pererista.
 
Plaza de Toros de CUENCA. Más de tres cuartos de entrada. Se lidian toros de MONTALVO. 
 
El Fandi: ovación y oreja
José María Manzanares oreja y oreja  
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación 
 
 
Cuenca-10.JPG Cuenca-11.JPG Cuenca-12.JPG Cuenca-13.JPG Cuenca-14.JPG Cuenca-15.JPG Cuenca-16.JPG Cuenca-17.JPG Cuenca-18.JPG Cuenca-19.JPG Cuenca-20.JPG Cuenca-21.JPG Cuenca-22.JPG
 

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23 de agosto de 2016
cuenca
Feria de san julián
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
MONTALVO
El Fandi
José María Manzanares
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
LA ESPADA JUEGA EN CONTRA DE MIGUEL ÁNGEL PERERA
 
Comparecía Miguel Ángel Perera por segunda tarde en la Feria de San Julián de Cuenca, en este caso, en sustitución de Andrés Roca Rey tras su percance de Málaga. La gran tarde protagonizada el domingo por el torero de Puebla de Prior le ponía ante este segundo paseíllo conquense y frente al reconocimiento unánime de su afición. Y se quedó a poco Miguel Angel de repetir gloria en la capital manchega porque, a pesar del juego muy a menos de sus dos toros de la ganadería de Montalvo, anduvo muy por encima de ellos y ofreciendo un nuevo derroche de ese temple de cristal que viene derramando esta temporada como la gran cualidad en su desarrollo.
 
Pudo y debió cortarle la dos orejas Miguel Ángel al primero de su lote, un toro noble pero al que le faltó todo lo demás y al que el extremeño le extrajo mucho más de lo que parecía tener en una labor poco menos que de espeleólogo de la bravura, ampliando resquicios por donde hallar la luz -al menos, la claridad- de un puñado de embestidas con las que lucir de verdad. Lo toreó templado con el capote desde el mismo recibo, que sirvió a Miguel Ángel para sacarse al de Montalvo a los medios con lances de extrema suavidad. Como luego en el quite, ejecutado en los medios bajo la condición primera de la quietud y dejando todo la responsabilidad del toreo al juego de sus muñecas. Una declaración de intenciones que prosiguió luego desde el primer muletazo de la faena. Muy despacio toreó Perera. Primero, como medicina con la que no quebrantar más la raza justa del cuatreño. Y segundo, como condición sine quanon de su forma de interpretar, ésa en la que Miguel Ángel lleva rebozándose todo el año con la cima, también en Cuenca, del indulto el domingo del toro Escarcha-62. Y es que las tandas del diestro surgieron por ambos pitones lentas como caen las hojas y en un trazo más largo del que prometía la condición del astado, al que Perera exigió por momentos casi sin que el toro se diera cuenta porque antes ya lo había consentido y convencido de las ventajas y de las bondades de embestir mejor y más profundo. Cuando se iba quedando ya sin compañero de viaje, Miguel Ángel ató sus zapatillas al ruedo conquense y enjaretó así pases de muy diversa naturaleza bajo el denominador común del mando, del dominio y de la entrega. Sólo porque pinchó en primera instancia antes de la estocada definitiva, perdió las dos orejas y hubo de conformarse con una sola.
 
Buscó Perera esa segunda presea con afán y con verdadera decisión en el que hizo sexto, otro toro de Montalvo, de condición más a menos todavía que su hermano. A éste, ni siquiera pudo el de Badajoz torearlo con el capote, mientras que en la muleta se pegó un arrimón de los de importancia y que no dejan lugar a la duda sobre a qué venía Miguel Ángel a Cuenca en ésta su segunda comparecencia. Tiró el torero de un amplio abanico de recursos buscando exprimir la mínima opción que le diera el de Montalvo, que fue mínima. Cuenca reconoció la entrega de Perera y se metió mucho en su faena. Lástima el fallo a espadas porque la segunda puerta grande en San Julián estaba garantizada. Con todo, y después de cuanto ha sucedido, Cuenca queda ya como una de las cimas del año pererista.
 
Plaza de Toros de CUENCA. Más de tres cuartos de entrada. Se lidian toros de MONTALVO. 
 
El Fandi: ovación y oreja
José María Manzanares oreja y oreja  
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación 
 
 
Cuenca-10.JPG Cuenca-11.JPG Cuenca-12.JPG Cuenca-13.JPG Cuenca-14.JPG Cuenca-15.JPG Cuenca-16.JPG Cuenca-17.JPG Cuenca-18.JPG Cuenca-19.JPG Cuenca-20.JPG Cuenca-21.JPG Cuenca-22.JPG
 
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