Quiso Albacete rematar la Feria con un cartel de relumbrón, en el que Ponce estuvo a un buen nivel en el cuarto y a Talavante le tocó un lote imposible. Sin embargo, Perera tuvo uno y uno, siendo este último el mejor del festejo.
Muy bonito y parejo de hechuras, se desplazó con largura en los capotazos iniciales. Se desmonteraron en banderillas Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero, y antes de comenzar el trasteo, lo brindó Perera al público, para comenzar la faena de una forma brava: a pies juntos. El animal apretaba, llegando al engaño con fiereza pero, al mismo tiempo, metiendo la cabeza por abajo con gran nobleza y mucha fijeza. Tandas interminables, las mejores, al natural, en las que aguantó al animal, hasta que hizo por rajarse. En ese momento, optó el torero por el toreo en redondo, para fijar un poco al animal. Circulares invertidos que calaron en un público entregado. Tras el de pecho, de nuevo se quiso ir a tablas; pero anduvo hábil el torero, que lo volvió a enganchar para de nuevo someterlo, dándole ventajas para que aguantara más, aunque al final de la faena se rajó por completo. Oreja tras estocada entera.
El segundo de la tarde se mostró inicialmente noblón, pero también muy cambiante. A veces metía la cabeza con clase, otras se quedaba a medio camino. Protestó las banderillas y no le dejó a Perera lucirse en el quite. Bonito gesto del torero, que le brindó el toro al maestro Dámaso González. Lo probó primero por abajo, pero el animal se caía; después por arriba, pero no paraba de protestar. Faena muy deslucida porque el toro no rompió en ningún momento, y eso que el torero lo intentó por activa y por pasiva. La espada entró hasta la empuñadura, y el torero escuchó una sonora ovación mientras que al toro le había dado una buena pitada en el arraste.
Enrique Ponce: ovación y vuelta al ruedo.
Miguel Ángel Perera: ovación y oreja.
Alejandro Talavante: silencio y palmas.
Quiso Albacete rematar la Feria con un cartel de relumbrón, en el que Ponce estuvo a un buen nivel en el cuarto y a Talavante le tocó un lote imposible. Sin embargo, Perera tuvo uno y uno, siendo este último el mejor del festejo.
Muy bonito y parejo de hechuras, se desplazó con largura en los capotazos iniciales. Se desmonteraron en banderillas Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero, y antes de comenzar el trasteo, lo brindó Perera al público, para comenzar la faena de una forma brava: a pies juntos. El animal apretaba, llegando al engaño con fiereza pero, al mismo tiempo, metiendo la cabeza por abajo con gran nobleza y mucha fijeza. Tandas interminables, las mejores, al natural, en las que aguantó al animal, hasta que hizo por rajarse. En ese momento, optó el torero por el toreo en redondo, para fijar un poco al animal. Circulares invertidos que calaron en un público entregado. Tras el de pecho, de nuevo se quiso ir a tablas; pero anduvo hábil el torero, que lo volvió a enganchar para de nuevo someterlo, dándole ventajas para que aguantara más, aunque al final de la faena se rajó por completo. Oreja tras estocada entera.
El segundo de la tarde se mostró inicialmente noblón, pero también muy cambiante. A veces metía la cabeza con clase, otras se quedaba a medio camino. Protestó las banderillas y no le dejó a Perera lucirse en el quite. Bonito gesto del torero, que le brindó el toro al maestro Dámaso González. Lo probó primero por abajo, pero el animal se caía; después por arriba, pero no paraba de protestar. Faena muy deslucida porque el toro no rompió en ningún momento, y eso que el torero lo intentó por activa y por pasiva. La espada entró hasta la empuñadura, y el torero escuchó una sonora ovación mientras que al toro le había dado una buena pitada en el arraste.
Enrique Ponce: ovación y vuelta al ruedo.
Miguel Ángel Perera: ovación y oreja.
Alejandro Talavante: silencio y palmas.