angel33
24 de septiembre de 2008
logroño
Feria de san mateo
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
EL VENTORRILLO
Morante de la Puebla
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Daniel Luque
 
PERERA, AL FILO DE LO IMPOSIBLE
 

Cuando Perera terminó de dar la vuelta al ruedo con la oreja del quinto, y saludó desde los medios al público de La Ribera, la ovación fue atronadora. Por lo de ayer, lo de anteayer y lo de esta tarde. Por todo junto. También fue como un alivio. Cuando cayó el sobrero jugado en quinto lugar, los miles respiraron tranquilos.

Durante los más de diez minutos que duró la pelea, el único que pareció estar tranquilo fue Perera. Seguro, firme, sin mover una pestaña, se jugó la vida a carta cabal sin trampa ni cartón. Haciendo pasar a un toro que no pasaba. Feo como él mismo. 611 kilos. Aparentaba mucho más. Fue un disparate hasta para Logroño. Todavía se pregunta uno quien fue el lumbreras que lo reseñó para la corrida del arte...

Perera entró en el cartel de rebote. Con méritos contraídos los dos días anteriores. Por ello le hicieron saludar antes de soltarse al segundo. Ese toro con las manos de mazapán y sin fuerza alguna, fue devuelto a los corrales después de desparramarse en banderillas. Sin que sirva de precedente, acertó el palco esta vez.

Sabedor de lo que había en corrales, corrió turno el extremeño. Saltó entonces un toro muy distraído, sin fuelle ni fondo, distraído a más no poder. Suelto salió del caballo y de los engaños, y nunca quiso entrar en la muleta. Más a la defensiva que otra cosa, rebrincado cuando tocó y le obligó Perera por bajo, tardeando las más de las veces.

No se aburrió el extremeño, que acortó rápido distancias cuando el toro pedía bandera blanca. Topó sin pasar el toro, que dejó estar. Y dejó Perera la muleta siempre en el hocico, tratando de tirar una vez que el toro arrancaba el viaje, las menos de las veces. Una estocada caída lo mandó al limbo.

Para el quinto se había reservado el zambombo. Con cuajo y seriedad, cuesta arriba, con dos afiladas puntas que cortaban la respiración. La plaza la mantuvo encogida mientras duró el combate. Mas no Perera, que se plantó como si tal cosa en los medios cuando el toro invitaba a todo menos a eso: adelantándose por las dos manos, sin descolgar una puñetera vez, echaba miradas que parecían radiografías. A Perera le llegaba por los hombros, y, milagrosamente, terminó llevándolo por abajo.

Cosas del toreo poderoso de Miguel Ángel. En lugar de abreviar, Perera porfió. Quiso pegarle pases y lo consiguió. Puesto siempre, no tuvo más que perder pasos cuando el bruto se volvía una y otra vez a primeras. Quiso y pudo Perera, metido y encajado siempre entre los pitones. Con paciencia, sin aburrirse en ningún momento. Como si estuviese delante la tía Manuela empujando el carretón.

Tuvo que tragar mucho paquete Perera cuando el toro entraba al paso, o cuando en mitad del embroque se paraba y levantaba la gaita a la altura del pecho. O cuando examinaba sus muslos de manera parsimoniosa. No se aburrió en ningún momento, se la echó, se la volvió a echar y otra vez más. Y hasta consiguió una serie de tres muletazos por bajo al natural rematados con el pecho. Lo más caro y lo más importante, por las circunstancias, de la feria seguro.

Fue larga la batalla. Sonó el primer aviso sin siquiera montar la espada, con Perera montado casi encima del toro. Y llegó el segundo tras la estocada, atracándose de toro, con el de El Ventorrillo a punto de caer, aculado en tablas. La oreja y la vuelta al ruedo se celebró como premio mayor. Costará mucho pasear otra de tanto valor.

El primero de Morante fue un toro flojo, sin raza alguna. Morante dejó tres lances de buen trazo y otros tantos muletazos sobre la diestra con ritmo. No hubo para más. Comenzó a andar el toro y casi a la vez Morante, que no se entretuvo en la historia. El cuarto, mal hecho, no fue mucho más allá. Se vino cruzado y punteando los engaños. Morante dejó otros tres lances y otros tantos muletazos, como repitiendo la película. Después empezó el paseo de ambos. Tampoco pasó con la espada.

Luque dejó buenas sensaciones con el tercero. Fue el único que tuvo tranco de salida y el sevillano le sopló media docena de verónicas embraguetadas, que lo dejaron plantado en los medios. Con gusto y temple. La pena fue que el toro duró un suspiro, apenas dos series. Compuso bien Luque, puesto y dispuesto. Se gustó al natural con dos series de buen trazo, ritmo y gusto.

Porfión el torero cuando se paró el toro, aguantó el torero, que achicó espacios y mantuvo los pies firmes. Seguro siempre, sólo falló con la espada, que viajó de manera muy fea a los bajos.

El sexto manseó de salida. Escarbador, a la defensiva siempre, no quiso tomarla una vez. Tesonero estuvo Luque, que protagonizó una faena larga que nunca llegó a conectar. Era muy complicado tras la batalla casi campal del toro anterior.

 

 

 

Logroño. Miércoles 24 de Septiembre. 4ª de Feria. Dos tercios de entrada.

Toros de El Ventorrillo (2º bis), bien aunque desigualmente presentados, descastados, flojos y deslucidos en conjunto. 5º, complicado y con peligro.

Morante de la Puebla: Silencio en ambos.
Miguel A. Perera (Por Aparicio): Silencio y Oreja tras aviso.
Daniel Luque (Por Manzanares): Palmas tras aviso y Silencio tras aviso.

  
 
 
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24 de septiembre de 2008
logroño
Feria de san mateo
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
EL VENTORRILLO
Morante de la Puebla
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Daniel Luque
 
PERERA, AL FILO DE LO IMPOSIBLE
 

Cuando Perera terminó de dar la vuelta al ruedo con la oreja del quinto, y saludó desde los medios al público de La Ribera, la ovación fue atronadora. Por lo de ayer, lo de anteayer y lo de esta tarde. Por todo junto. También fue como un alivio. Cuando cayó el sobrero jugado en quinto lugar, los miles respiraron tranquilos.

Durante los más de diez minutos que duró la pelea, el único que pareció estar tranquilo fue Perera. Seguro, firme, sin mover una pestaña, se jugó la vida a carta cabal sin trampa ni cartón. Haciendo pasar a un toro que no pasaba. Feo como él mismo. 611 kilos. Aparentaba mucho más. Fue un disparate hasta para Logroño. Todavía se pregunta uno quien fue el lumbreras que lo reseñó para la corrida del arte...

Perera entró en el cartel de rebote. Con méritos contraídos los dos días anteriores. Por ello le hicieron saludar antes de soltarse al segundo. Ese toro con las manos de mazapán y sin fuerza alguna, fue devuelto a los corrales después de desparramarse en banderillas. Sin que sirva de precedente, acertó el palco esta vez.

Sabedor de lo que había en corrales, corrió turno el extremeño. Saltó entonces un toro muy distraído, sin fuelle ni fondo, distraído a más no poder. Suelto salió del caballo y de los engaños, y nunca quiso entrar en la muleta. Más a la defensiva que otra cosa, rebrincado cuando tocó y le obligó Perera por bajo, tardeando las más de las veces.

No se aburrió el extremeño, que acortó rápido distancias cuando el toro pedía bandera blanca. Topó sin pasar el toro, que dejó estar. Y dejó Perera la muleta siempre en el hocico, tratando de tirar una vez que el toro arrancaba el viaje, las menos de las veces. Una estocada caída lo mandó al limbo.

Para el quinto se había reservado el zambombo. Con cuajo y seriedad, cuesta arriba, con dos afiladas puntas que cortaban la respiración. La plaza la mantuvo encogida mientras duró el combate. Mas no Perera, que se plantó como si tal cosa en los medios cuando el toro invitaba a todo menos a eso: adelantándose por las dos manos, sin descolgar una puñetera vez, echaba miradas que parecían radiografías. A Perera le llegaba por los hombros, y, milagrosamente, terminó llevándolo por abajo.

Cosas del toreo poderoso de Miguel Ángel. En lugar de abreviar, Perera porfió. Quiso pegarle pases y lo consiguió. Puesto siempre, no tuvo más que perder pasos cuando el bruto se volvía una y otra vez a primeras. Quiso y pudo Perera, metido y encajado siempre entre los pitones. Con paciencia, sin aburrirse en ningún momento. Como si estuviese delante la tía Manuela empujando el carretón.

Tuvo que tragar mucho paquete Perera cuando el toro entraba al paso, o cuando en mitad del embroque se paraba y levantaba la gaita a la altura del pecho. O cuando examinaba sus muslos de manera parsimoniosa. No se aburrió en ningún momento, se la echó, se la volvió a echar y otra vez más. Y hasta consiguió una serie de tres muletazos por bajo al natural rematados con el pecho. Lo más caro y lo más importante, por las circunstancias, de la feria seguro.

Fue larga la batalla. Sonó el primer aviso sin siquiera montar la espada, con Perera montado casi encima del toro. Y llegó el segundo tras la estocada, atracándose de toro, con el de El Ventorrillo a punto de caer, aculado en tablas. La oreja y la vuelta al ruedo se celebró como premio mayor. Costará mucho pasear otra de tanto valor.

El primero de Morante fue un toro flojo, sin raza alguna. Morante dejó tres lances de buen trazo y otros tantos muletazos sobre la diestra con ritmo. No hubo para más. Comenzó a andar el toro y casi a la vez Morante, que no se entretuvo en la historia. El cuarto, mal hecho, no fue mucho más allá. Se vino cruzado y punteando los engaños. Morante dejó otros tres lances y otros tantos muletazos, como repitiendo la película. Después empezó el paseo de ambos. Tampoco pasó con la espada.

Luque dejó buenas sensaciones con el tercero. Fue el único que tuvo tranco de salida y el sevillano le sopló media docena de verónicas embraguetadas, que lo dejaron plantado en los medios. Con gusto y temple. La pena fue que el toro duró un suspiro, apenas dos series. Compuso bien Luque, puesto y dispuesto. Se gustó al natural con dos series de buen trazo, ritmo y gusto.

Porfión el torero cuando se paró el toro, aguantó el torero, que achicó espacios y mantuvo los pies firmes. Seguro siempre, sólo falló con la espada, que viajó de manera muy fea a los bajos.

El sexto manseó de salida. Escarbador, a la defensiva siempre, no quiso tomarla una vez. Tesonero estuvo Luque, que protagonizó una faena larga que nunca llegó a conectar. Era muy complicado tras la batalla casi campal del toro anterior.

 

 

 

Logroño. Miércoles 24 de Septiembre. 4ª de Feria. Dos tercios de entrada.

Toros de El Ventorrillo (2º bis), bien aunque desigualmente presentados, descastados, flojos y deslucidos en conjunto. 5º, complicado y con peligro.

Morante de la Puebla: Silencio en ambos.
Miguel A. Perera (Por Aparicio): Silencio y Oreja tras aviso.
Daniel Luque (Por Manzanares): Palmas tras aviso y Silencio tras aviso.

  
 
 
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