Miguel Ángel Perera cortó una oreja en el tercer festejo de la Feria de Huelva, al cuarto toro de la corrida, y la presidencia le negó otra del último, pedida de forma mayoritaria por el público después de una faena de mucho calado.
Perera realizó a su primero una faena con pasajes brillantes, ante un toro noble pero de poca transmisión. Pero fue en el que cerró corrida, un toro jabonero sucio, de Nuñez del Cuvillo, con el que se vió toda la tauromaquia del torero extremeño. El animal resultó molesto y brusco en sus embestidas, pegando un tornillazo al final de cada muletazo, y Perera lo llevó templado por ambos pitones. Había iniciado la faena en los medios, con dos ajustados y vibrantes pases cambiados por la espalda, que metieron al público pronto en la faena. Después, lo toreó con lentitud, para terminar con unas bernardinas de mucho riesgo en las que el toro ya cantó su condición y se rajó. Un pinchazo precedió a la estocada y aún así asomaron los pañuelos en los tendidos, pero el presidente no atendió una petición que le hubiera otorgado al diestro otra oreja y la posibilidad de salir por la puerta grande.
Con tres cuartos de entrada, se lidió un novillo para rejones (1º bis), de Fermín Bohórquez, tres toros de Benjumea (2º, 4º y 5º) y otros tres de Nuñez del Cuvillo (3º, 6º y 7º), manejables en general, destacando el quinto, segundo del lote de Morante de la Puebla.
Pedro Calero (rejoneador): silencio
Morante de la Puebla: ovación tras aviso y dos orejas
El Juli: oreja y ovación
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación tras petición
Miguel Ángel Perera cortó una oreja en el tercer festejo de la Feria de Huelva, al cuarto toro de la corrida, y la presidencia le negó otra del último, pedida de forma mayoritaria por el público después de una faena de mucho calado.
Perera realizó a su primero una faena con pasajes brillantes, ante un toro noble pero de poca transmisión. Pero fue en el que cerró corrida, un toro jabonero sucio, de Nuñez del Cuvillo, con el que se vió toda la tauromaquia del torero extremeño. El animal resultó molesto y brusco en sus embestidas, pegando un tornillazo al final de cada muletazo, y Perera lo llevó templado por ambos pitones. Había iniciado la faena en los medios, con dos ajustados y vibrantes pases cambiados por la espalda, que metieron al público pronto en la faena. Después, lo toreó con lentitud, para terminar con unas bernardinas de mucho riesgo en las que el toro ya cantó su condición y se rajó. Un pinchazo precedió a la estocada y aún así asomaron los pañuelos en los tendidos, pero el presidente no atendió una petición que le hubiera otorgado al diestro otra oreja y la posibilidad de salir por la puerta grande.
Con tres cuartos de entrada, se lidió un novillo para rejones (1º bis), de Fermín Bohórquez, tres toros de Benjumea (2º, 4º y 5º) y otros tres de Nuñez del Cuvillo (3º, 6º y 7º), manejables en general, destacando el quinto, segundo del lote de Morante de la Puebla.
Pedro Calero (rejoneador): silencio
Morante de la Puebla: ovación tras aviso y dos orejas
El Juli: oreja y ovación
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación tras petición