bilbaos13 203
4 de diciembre de 2006
QUITO (ECUADOR)
FERIA DE JESÚS DEL GRAN PODER
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
HUAGRAHUASI Y TRINIDAD
Antonio Campana
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
 
 

Lunes, 4 de diciembre de 2006
Fabián Cuesta - Burladerodos.com
QUITO - PERERA NO LE TEME A CASTELLA
QUITO, 7ª Feria. Sebastián Castella le tiene tomado el pulso al buen público quiteño: sabe dónde ponerse con los toros para que el público se vuelva loco y se le entregue incondicionalmente. Más bien digamos que Castella sabe el sitio en donde tiene que ponerse para llegar a mandar en el toreo.

 

Aunque a Castella le disguste que se lo digan, tiene un valor inverosímil, que es precisamente la base de toda su tauromaquia. Pisa terrenos muy comprometidos sin que aparentemente llevara el músculo motor en el cuerpo. Y a partir de ahí, claro, expone otros argumentos como los de la templanza, la suavidad y la calidad. Sumados todos los ingredientes, el resultado es el triunfo, con el público invariablemente entregado en cada tarde, en cada plaza.

 

Hoy se las vio con dos toros mansos, y a ambos supo extraerles todo cuanto quiso y pudo, y “jugar” con ellos como se le antojó. Además, puso en práctica algo distinto, que gustó al público: la preparación de las suertes, como una puesta en escena adicional a su tauromaquia tan contundente como fría. Su primero fue un toro falto de fondo de Carlos Manuel Cobo al que le hizo un trepidante inicio de faena con unos escalofriantes péndulos en el centro del ruedo. Faena que fue a menos por la sosería del toro, pero que en todo caso fue toda una declaración de intenciones del espada francés, para lo que habría de venir después. Su estocada quedó caída, y el toro tardó algo en caer. Saludó una fuerte ovación desde el tercio.

 

En su segundo volvió a hacer lo que quiso, y esta vez se encontró con un colaborador más afín, aunque manteniendo el mismo preocupante nivel de descastamiento de sus hermanos de camada. Y fue con este ejemplar que Castella estuvo inverosímil. Por los terrenos que pisó, por los toques y el repertorio desplegado; por la seguridad y la firmeza derrochadas en todo momento. Difícilmente se puede poner un torero más cerca de lo que se ha puesto esta tarde Castella ante el toro. Inverosímil además el temple y el pulseo, estando tan cerca; inconcebible el rostro tan pasmosamente sereno del torero. Le cortó las dos orejas al de Trinidad, luego de estocada entera, ejecutada con mucha rectitud, que cayó un tanto baja. Locura en los tendidos, para gritarle “torero, torero” al virtual ganador del trofeo Jesús del Gran Poder de este año.

 

Pero si Castella estuvo importante, enorme y sin fisuras estuvo Miguel Ángel Perera con el segundo de su lote, un extraordinario ejemplar de Huagrahuasi al que se le considerará, con seguridad, el mejor toro de la feria, de no mediar nada extraordinario o fuera de pronóstico.
En su primero lo había intentado el extremeño, pero el manso y rajado colorado de Trinidad no le dio demasiadas opciones de lucimiento. Trató de sobreponerse al fuerte viento que sopló y a la absoluta falta de raza de su oponente; no pasó de estar digno, y escuchó tibias palmas luego de dejar una estocada caída.

 

Rigurosa fue la bravura y la clase de Riguroso, que fue un toro completo desde que salió al ruedo: remató abajo en los burladeros de salida, acudió pronto y con alegría a los engaños y peleó como bravo en las cabalgaduras de picar. Miguel Ángel le plantó cara en el mismo centro del ruedo, y de ahí no se movió el bravo ejemplar de la casa Cobo.

 

Brillaron las series de derechazos, larguísimos, templadísimos y de mano muy baja, sin solución de continuidad, rematados con soberbios pases de pecho. De igual talante toreó con la mano zurda, alcanzando también momentos de altísimos vuelos. A modo de desafío al torero francés, Perera instrumentó también su propia versión de circulares, como ya lo hiciera con los péndulos de inicio de faena. Circulares por ambas manos que tuvieron una templanza y una dimensión extraordinarias.

 

La gente empezó a pedir el indulto, pero Perera no se dio coba. Armó la espada y se fue tras ella con enorme decisión. Dejó un estocadón hasta las cintas, apenas desprendida, pero de efectos fulminantes. Faena de gran fondo y contenido de un gran Perera, ante un gran ejemplar de Huagrahuasi.

 

Antonio Campana no tuvo suerte con su primero, que fue quizá el más descastado de los cuatro trinitarios lidiados esta tarde. Lo intentó el torero de la tierra, lidiándole a media altura, pero sin lograr apenas nada destacable. Mató de estocada casi entera caída, y escuchó algunas palmas de reconocimiento.

 

El cuarto fue otro manso, pero que se prestó algo más para el lucimiento. Antonio le recetó una faena no muy estructurada, en la que abundaron los enganchones - en parte por causa del viento – y las precauciones. Logró algún muletazo estimable con la derecha, pero su trasteo no logró tomar vuelo pues el torero no llegó a someter a su oponente en ningún momento. Luego de pinchar arriba, dejó una estocada entera y trasera que fue suficiente para acabar con la vida del animal.

 

Me quedo, si me permiten, con la faena de Miguel Ángel Perera, que ha deletreado el toreo fundamental con ambas manos. Ojo con el extremeño.


Quito (Ecuador), 4 de Diciembre. 7ª de Feria. Lleno. Cuatro toros de Trinidad, uno de Carlos Manuel Cobo (2º) y uno e Huagrahuasi (6º), desiguales de juego. Manejables 5º y 6º.

- Antonio Campana: Silencio en ambos
- Sebastián Castella: Ovación con saludos y Dos orejas
- Miguel A. Perera: Ovación con saludos y Dos orejas

 

  
 

bilbaos13 203
4 de diciembre de 2006
QUITO (ECUADOR)
FERIA DE JESÚS DEL GRAN PODER
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
HUAGRAHUASI Y TRINIDAD
Antonio Campana
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
 
 

Lunes, 4 de diciembre de 2006
Fabián Cuesta - Burladerodos.com
QUITO - PERERA NO LE TEME A CASTELLA
QUITO, 7ª Feria. Sebastián Castella le tiene tomado el pulso al buen público quiteño: sabe dónde ponerse con los toros para que el público se vuelva loco y se le entregue incondicionalmente. Más bien digamos que Castella sabe el sitio en donde tiene que ponerse para llegar a mandar en el toreo.

 

Aunque a Castella le disguste que se lo digan, tiene un valor inverosímil, que es precisamente la base de toda su tauromaquia. Pisa terrenos muy comprometidos sin que aparentemente llevara el músculo motor en el cuerpo. Y a partir de ahí, claro, expone otros argumentos como los de la templanza, la suavidad y la calidad. Sumados todos los ingredientes, el resultado es el triunfo, con el público invariablemente entregado en cada tarde, en cada plaza.

 

Hoy se las vio con dos toros mansos, y a ambos supo extraerles todo cuanto quiso y pudo, y “jugar” con ellos como se le antojó. Además, puso en práctica algo distinto, que gustó al público: la preparación de las suertes, como una puesta en escena adicional a su tauromaquia tan contundente como fría. Su primero fue un toro falto de fondo de Carlos Manuel Cobo al que le hizo un trepidante inicio de faena con unos escalofriantes péndulos en el centro del ruedo. Faena que fue a menos por la sosería del toro, pero que en todo caso fue toda una declaración de intenciones del espada francés, para lo que habría de venir después. Su estocada quedó caída, y el toro tardó algo en caer. Saludó una fuerte ovación desde el tercio.

 

En su segundo volvió a hacer lo que quiso, y esta vez se encontró con un colaborador más afín, aunque manteniendo el mismo preocupante nivel de descastamiento de sus hermanos de camada. Y fue con este ejemplar que Castella estuvo inverosímil. Por los terrenos que pisó, por los toques y el repertorio desplegado; por la seguridad y la firmeza derrochadas en todo momento. Difícilmente se puede poner un torero más cerca de lo que se ha puesto esta tarde Castella ante el toro. Inverosímil además el temple y el pulseo, estando tan cerca; inconcebible el rostro tan pasmosamente sereno del torero. Le cortó las dos orejas al de Trinidad, luego de estocada entera, ejecutada con mucha rectitud, que cayó un tanto baja. Locura en los tendidos, para gritarle “torero, torero” al virtual ganador del trofeo Jesús del Gran Poder de este año.

 

Pero si Castella estuvo importante, enorme y sin fisuras estuvo Miguel Ángel Perera con el segundo de su lote, un extraordinario ejemplar de Huagrahuasi al que se le considerará, con seguridad, el mejor toro de la feria, de no mediar nada extraordinario o fuera de pronóstico.
En su primero lo había intentado el extremeño, pero el manso y rajado colorado de Trinidad no le dio demasiadas opciones de lucimiento. Trató de sobreponerse al fuerte viento que sopló y a la absoluta falta de raza de su oponente; no pasó de estar digno, y escuchó tibias palmas luego de dejar una estocada caída.

 

Rigurosa fue la bravura y la clase de Riguroso, que fue un toro completo desde que salió al ruedo: remató abajo en los burladeros de salida, acudió pronto y con alegría a los engaños y peleó como bravo en las cabalgaduras de picar. Miguel Ángel le plantó cara en el mismo centro del ruedo, y de ahí no se movió el bravo ejemplar de la casa Cobo.

 

Brillaron las series de derechazos, larguísimos, templadísimos y de mano muy baja, sin solución de continuidad, rematados con soberbios pases de pecho. De igual talante toreó con la mano zurda, alcanzando también momentos de altísimos vuelos. A modo de desafío al torero francés, Perera instrumentó también su propia versión de circulares, como ya lo hiciera con los péndulos de inicio de faena. Circulares por ambas manos que tuvieron una templanza y una dimensión extraordinarias.

 

La gente empezó a pedir el indulto, pero Perera no se dio coba. Armó la espada y se fue tras ella con enorme decisión. Dejó un estocadón hasta las cintas, apenas desprendida, pero de efectos fulminantes. Faena de gran fondo y contenido de un gran Perera, ante un gran ejemplar de Huagrahuasi.

 

Antonio Campana no tuvo suerte con su primero, que fue quizá el más descastado de los cuatro trinitarios lidiados esta tarde. Lo intentó el torero de la tierra, lidiándole a media altura, pero sin lograr apenas nada destacable. Mató de estocada casi entera caída, y escuchó algunas palmas de reconocimiento.

 

El cuarto fue otro manso, pero que se prestó algo más para el lucimiento. Antonio le recetó una faena no muy estructurada, en la que abundaron los enganchones - en parte por causa del viento – y las precauciones. Logró algún muletazo estimable con la derecha, pero su trasteo no logró tomar vuelo pues el torero no llegó a someter a su oponente en ningún momento. Luego de pinchar arriba, dejó una estocada entera y trasera que fue suficiente para acabar con la vida del animal.

 

Me quedo, si me permiten, con la faena de Miguel Ángel Perera, que ha deletreado el toreo fundamental con ambas manos. Ojo con el extremeño.


Quito (Ecuador), 4 de Diciembre. 7ª de Feria. Lleno. Cuatro toros de Trinidad, uno de Carlos Manuel Cobo (2º) y uno e Huagrahuasi (6º), desiguales de juego. Manejables 5º y 6º.

- Antonio Campana: Silencio en ambos
- Sebastián Castella: Ovación con saludos y Dos orejas
- Miguel A. Perera: Ovación con saludos y Dos orejas

 

  
 
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