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CASTELLON | El Juli y Perera calientan una gélida tarde
EL TOREO NO ENTRA EN ALGUNAS CABEZAS
Hay gente que no le entra el toreo, como a mí no me entran los logaritmos. En mi época de estudiante en Salamanca conocía a uno de Gijón que lo bordaba con los logaritmos, pero era un negado para ver toros. Lo bueno de ser negado para los logaritmos o para las ecuaciones de matemáticas es que les pegas un corte de mangas, te decantas por las letras y dejas de sufrir. Lo malo de ser un negado para lo del toreo es que uno no disfruta, se gasta el dinero de balde, casi por obligación.Por ejemplo, los que hoy no vieron lo que hizo El Juli son de la especie humana a los que nunca les va a entrar el toreo en la cabeza. Pensándolo bien, ni los logaritmos. Ni las letras.

Con más frío que el día que lo inventaron, la corrida tuvo un buen guión, argumento del bueno. Porque más de uno venía con ganas de cantarle las cuarenta al 'birlongo' de Finito y al 'ventajista' de El Juli. La venganza es un plato que sabe mejor servido en frío, pues hoy había frío y había ganas de pasar factura. Por otra parte se esperaba mucho de la corrida de Fuente Ymbro, con fama de casi 'torista', y de Perera. Si me dejan hilar fino, sólo se salió del guión una bonita y pareja corrida del mencionado hierro pues no tuvo el carbón esperado. Tampoco tuvieron clase o 'calidad' pues le faltó humillar y los toros segundo, quinto y sexto no fueron fáciles.

Terminada la corrida, Finito salió bien librado, Juli muy al alza pero sin triunfo y Perera dando un buen toque de atención. No defraudaron a pesar de que no cortaron muchas orejas. Es más, una de las que se concedieron no la quiso ni ver El Juli, en un gesto de torero, según mi modo de ver las cosas, porque un sector se la protestó y se metió en el callejón para ni siquera salir a recoger una ovación de la mayoría. Este acto podría entrar en el capítulo de las rabietas de niñato si antes hubiera roneado de torero, en el límite de la entrega, con un toro que se movió rebrincado y con medio geniecito. Pero no fue así porque el torero le cuajó una faena que sólo está al alcance de los que se visten de luces con el compromiso que requiere el cargo.

Se sacó El Juli el toro a los medios, sin importarle el viento ni la embestida con velocidad y rebrincada del toro, al que consintió en tres tandas sin permitir que le tropezara la tela. Era la paciencia para ir eliminando la aspereza y sacar el fondo bueno del toro, siempre con la muleta adelantada, cruzado en el primer cite, prolongando por abajo cada muletazo. En realidad hubo dos faenas, una de mayor templanza y despaciosidad, cuando el toro había mermado su velocidad e incluso se había abierto en exceso en los muletazos con salida hacia las tablas. Perfecto el torero mientras los entendidos en logaritmos creían que no estaban viendo nada, alegrándose de un pinchazo, otro hondo arriba y un descabello.

El quinto fue un toro cortito de cuello que empujó en el peto con la cara arriba, pero empleándose. Sacó casta el toro, pero con una movilidad sin atemperar y de escasa entrega. Otra vez se fue el torero a los medios y volvió a someter primero y a torear después. Cruzado siempre, dejando llegar al toro, muleta por delante, lo fue embarcando y sometiendo con profundidad. Cada vez que giraba el toro, se encontraba con la muleta. Esta vez algunos del bando de los logaritmos desertaron antes de dos pinchazos y un descabello.

Miguel Ángel Perera no se lució con un toro al que le faltó ritmo en las embestidas, ora más cortas, ora más largas, rematando siempre por arriba. Porfió el torero en un trasteo de valor y quietud del que destacó el cañonazo con la espada. El sexto echaba el cuerpo arriba justo después del embroque. Obedecía al cite pero no seguía la muleta, defecto corregido por el torero a base de entrega, de evitar tropiezos y de ir prolongando las embestidas por los dos pitones. Y como remate, un toreo de cercanía ceñido, bernardinas ajustadas y un espadazo fulminante. Bien Perera en Castellón, sobre todo con este toro.

Una apertura de faena muy plástica de Finito hizo ver a la mayoría que no era cuestión de recordar pleitos pasados. Musculado el toro, cuesta arriba y corto de cuello, fue noble, pero le faltó humillar, defectos superados por sus virtudes y por una faena de Finito con muletazos largos, sin demasiadas apreturas, pero muy limpios los trazos, ligados y con la calidad expresiva de este torero, que pudo cortar una oreja tras dejar media estocada.

El cuarto era más zancudito, no humilló y se desplazó más por el pitón derecho. Por ahí provocó bien al toro Finito, que, a esas alturas de la corrida, casi parecía el héroe local. Con mucho eco fueron acogidas dos tandas por el pitón derecho en una faena extrañamente larga para este diestro, que supo entrar en la zona de los amantes de los logaritmos. La ovación que saludó fue solemne y cerrada. 

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CASTELLON | El Juli y Perera calientan una gélida tarde
EL TOREO NO ENTRA EN ALGUNAS CABEZAS
Hay gente que no le entra el toreo, como a mí no me entran los logaritmos. En mi época de estudiante en Salamanca conocía a uno de Gijón que lo bordaba con los logaritmos, pero era un negado para ver toros. Lo bueno de ser negado para los logaritmos o para las ecuaciones de matemáticas es que les pegas un corte de mangas, te decantas por las letras y dejas de sufrir. Lo malo de ser un negado para lo del toreo es que uno no disfruta, se gasta el dinero de balde, casi por obligación.Por ejemplo, los que hoy no vieron lo que hizo El Juli son de la especie humana a los que nunca les va a entrar el toreo en la cabeza. Pensándolo bien, ni los logaritmos. Ni las letras.

Con más frío que el día que lo inventaron, la corrida tuvo un buen guión, argumento del bueno. Porque más de uno venía con ganas de cantarle las cuarenta al 'birlongo' de Finito y al 'ventajista' de El Juli. La venganza es un plato que sabe mejor servido en frío, pues hoy había frío y había ganas de pasar factura. Por otra parte se esperaba mucho de la corrida de Fuente Ymbro, con fama de casi 'torista', y de Perera. Si me dejan hilar fino, sólo se salió del guión una bonita y pareja corrida del mencionado hierro pues no tuvo el carbón esperado. Tampoco tuvieron clase o 'calidad' pues le faltó humillar y los toros segundo, quinto y sexto no fueron fáciles.

Terminada la corrida, Finito salió bien librado, Juli muy al alza pero sin triunfo y Perera dando un buen toque de atención. No defraudaron a pesar de que no cortaron muchas orejas. Es más, una de las que se concedieron no la quiso ni ver El Juli, en un gesto de torero, según mi modo de ver las cosas, porque un sector se la protestó y se metió en el callejón para ni siquera salir a recoger una ovación de la mayoría. Este acto podría entrar en el capítulo de las rabietas de niñato si antes hubiera roneado de torero, en el límite de la entrega, con un toro que se movió rebrincado y con medio geniecito. Pero no fue así porque el torero le cuajó una faena que sólo está al alcance de los que se visten de luces con el compromiso que requiere el cargo.

Se sacó El Juli el toro a los medios, sin importarle el viento ni la embestida con velocidad y rebrincada del toro, al que consintió en tres tandas sin permitir que le tropezara la tela. Era la paciencia para ir eliminando la aspereza y sacar el fondo bueno del toro, siempre con la muleta adelantada, cruzado en el primer cite, prolongando por abajo cada muletazo. En realidad hubo dos faenas, una de mayor templanza y despaciosidad, cuando el toro había mermado su velocidad e incluso se había abierto en exceso en los muletazos con salida hacia las tablas. Perfecto el torero mientras los entendidos en logaritmos creían que no estaban viendo nada, alegrándose de un pinchazo, otro hondo arriba y un descabello.

El quinto fue un toro cortito de cuello que empujó en el peto con la cara arriba, pero empleándose. Sacó casta el toro, pero con una movilidad sin atemperar y de escasa entrega. Otra vez se fue el torero a los medios y volvió a someter primero y a torear después. Cruzado siempre, dejando llegar al toro, muleta por delante, lo fue embarcando y sometiendo con profundidad. Cada vez que giraba el toro, se encontraba con la muleta. Esta vez algunos del bando de los logaritmos desertaron antes de dos pinchazos y un descabello.

Miguel Ángel Perera no se lució con un toro al que le faltó ritmo en las embestidas, ora más cortas, ora más largas, rematando siempre por arriba. Porfió el torero en un trasteo de valor y quietud del que destacó el cañonazo con la espada. El sexto echaba el cuerpo arriba justo después del embroque. Obedecía al cite pero no seguía la muleta, defecto corregido por el torero a base de entrega, de evitar tropiezos y de ir prolongando las embestidas por los dos pitones. Y como remate, un toreo de cercanía ceñido, bernardinas ajustadas y un espadazo fulminante. Bien Perera en Castellón, sobre todo con este toro.

Una apertura de faena muy plástica de Finito hizo ver a la mayoría que no era cuestión de recordar pleitos pasados. Musculado el toro, cuesta arriba y corto de cuello, fue noble, pero le faltó humillar, defectos superados por sus virtudes y por una faena de Finito con muletazos largos, sin demasiadas apreturas, pero muy limpios los trazos, ligados y con la calidad expresiva de este torero, que pudo cortar una oreja tras dejar media estocada.

El cuarto era más zancudito, no humilló y se desplazó más por el pitón derecho. Por ahí provocó bien al toro Finito, que, a esas alturas de la corrida, casi parecía el héroe local. Con mucho eco fueron acogidas dos tandas por el pitón derecho en una faena extrañamente larga para este diestro, que supo entrar en la zona de los amantes de los logaritmos. La ovación que saludó fue solemne y cerrada.