Comenzó sin suerte la temporada americana de Miguel Ángel Perera, que se estrelló en Riobamba, en Ecuador, con un mal lote de toros de Ortuño que limitó mucho su actuación. El primero fue muy rajado, no se fijó nunca en los trastos y, a pesar de los intentos pacientes del torero, eso le robó continuidad a su labor. Aunque recetó una estocada entera, tardó en caer el animal y eso redujo intensidad a la petición de trofeo. Aún peor fue el segundo. Tremendamente deslucido, sin opción alguna, lo que obligó a Miguel Ángel a abreviar ante el muro infranqueable con que se topó.
Comenzó sin suerte la temporada americana de Miguel Ángel Perera, que se estrelló en Riobamba, en Ecuador, con un mal lote de toros de Ortuño que limitó mucho su actuación. El primero fue muy rajado, no se fijó nunca en los trastos y, a pesar de los intentos pacientes del torero, eso le robó continuidad a su labor. Aunque recetó una estocada entera, tardó en caer el animal y eso redujo intensidad a la petición de trofeo. Aún peor fue el segundo. Tremendamente deslucido, sin opción alguna, lo que obligó a Miguel Ángel a abreviar ante el muro infranqueable con que se topó.