20190515 madrid02
15 de mayo de 2015
MADRID
Feria de SAN ISIDRO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
FUENTE YMBRO
Finito de Córdoba
Diego Urdiales
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
Y TODO COBRA SENTIDO...
 

Lo vio mejor que nadie y antes que nadie también. Fuente Ymbro es su casa y de su casa uno se conoce hasta el último rincón. Lo vio en el capote prodigioso de nuevo de Curro Javier. En la franqueza con que se desplazaba. Un puntito a su aire, pero franco cuando iba de verdad. Y se rebozaba en su viaje. Por eso se fue tan decidido a brindárselo a Su Majestad El Rey don Juan Carlos. Con Las Ventas atronando una ovación de gala. Si el día de Sevilla se dibujaba en su rostro la serena seguridad de quien sabe que le pertenece la moneda que cambia la suerte, hoy le brillaba el nervio feliz de quien sabe también que era la hora de lanzar esa moneda al aire porque salía cara seguro. Y rompiendo todos los esquemas de los esquemas pereristas, abrió a Pijotero al tercio, se alejó de él y lo llamó de lejos, con el compás abierto, la muleta ofrecida muy por delante y esperó que aquella locomotora se le llegara al punto exacto donde empieza el toreo para enjaretarle, uno tras otro, un ramillete de muletazos en redondo, terminados con media muleta arrastrando y ligándose uno al otro como si todos fueran sólo uno.

 

Mientras Las Ventas se quemaba las manos aplaudiendo, le dio Miguel Ángel mucho tiempo al toro de Fuente Ymbro antes de, otra vez, proponerle el mismo envite, de la misma guisa, puesta la bandera del torero en la cima del centro de la plaza y llamar a Pijotero que fue de nuevo un obús en busca de la muleta. Allí lo esperaba ella para, otra vez, dibujar una espiral de toreo sin solución de continuidad, de muletazos que eran catedrales con todos su cánones, como le gusta a Madrid, que por eso se entregó con la misma verdad con que embestía el toro y con que lo gozaba Perera, lúcido, fresco, inteligente, capaz, imaginativo, brillante, compacto, rotundo, inmenso… Todavía hubo una tercera serie más, ésta todavía con el torero más inmóvil para envolverse de bravura y extraer de sí esa dimensión de redondez que en él es tan redonda y tan inmensa.

 

Le costó mucho más a Pijotero por el pitón izquierdo, pero, lejos de hacer de aquello un trámite, en la misma medida de seguridad, insistió Perera hasta extraerle varios naturales sueltos, pero largos y profundos, ante los que también retumbaron los ecos tan especiales de Las Ventas. Dicho queda al principio, hoy era día de que saliera cara o cara y cara salió, y no la cruz de tantas veces, en el instante último de la suerte final. La estocada cayó arriba y el toro, como una pelota, lo que dio pie a que la plaza se inundara de blanco. Y no se cansó el público hasta que asomó el segundo pañuelo. Ocurría al tiempo que Miguel Ángel Perera recogía su montera de manos del Rey. A mitad de su camino de vuelta al burladero, se detuvo para abrazarse con Ricardo Gallardo, el criador de Pijotero, otro toro ya inscrito en los anales del torero y, sobre todo, en los anales del torero en Madrid.

 

Nada valió el sexto, que duró muy poco. Lo justo para que Miguel Ángel se gustara por delantales en el recibo con el capote y para que Javier Ambel lo lidiara con la seda cara de las palmas de sus manos. Pusieron de pie a Madrid Curro Javier y Vicente Herrera en banderillas y hubieron de desmonterarse, lo dicho, con Madrid puesta en pie. Cayendo la noche sobre la capital, se abrieron las puertas de Las Ventas por séptima vez en su vida para Miguel Ángel Perera, quien, antes de cruzarlas, echó la mirada al cielo, cerró los ojos, se cubrió la cara con la mano y se sumergió en el gozo de la felicidad más grande de un torero. Ésa por la que todo cobra sentido…

 
Plaza de Toros de MADRID. Lleno en los tendidos. Se lidian toros de FUENTE YMBRO.
 
Finito de Córdoba: silencio y silencio
Diego Urdiales: silencio y silencio  
Miguel Ángel Perera: dos orejas y silencio
 
20190515 madrid02
15 de mayo de 2015
MADRID
Feria de SAN ISIDRO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
FUENTE YMBRO
Finito de Córdoba
Diego Urdiales
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
Y TODO COBRA SENTIDO...
 

Lo vio mejor que nadie y antes que nadie también. Fuente Ymbro es su casa y de su casa uno se conoce hasta el último rincón. Lo vio en el capote prodigioso de nuevo de Curro Javier. En la franqueza con que se desplazaba. Un puntito a su aire, pero franco cuando iba de verdad. Y se rebozaba en su viaje. Por eso se fue tan decidido a brindárselo a Su Majestad El Rey don Juan Carlos. Con Las Ventas atronando una ovación de gala. Si el día de Sevilla se dibujaba en su rostro la serena seguridad de quien sabe que le pertenece la moneda que cambia la suerte, hoy le brillaba el nervio feliz de quien sabe también que era la hora de lanzar esa moneda al aire porque salía cara seguro. Y rompiendo todos los esquemas de los esquemas pereristas, abrió a Pijotero al tercio, se alejó de él y lo llamó de lejos, con el compás abierto, la muleta ofrecida muy por delante y esperó que aquella locomotora se le llegara al punto exacto donde empieza el toreo para enjaretarle, uno tras otro, un ramillete de muletazos en redondo, terminados con media muleta arrastrando y ligándose uno al otro como si todos fueran sólo uno.

 

Mientras Las Ventas se quemaba las manos aplaudiendo, le dio Miguel Ángel mucho tiempo al toro de Fuente Ymbro antes de, otra vez, proponerle el mismo envite, de la misma guisa, puesta la bandera del torero en la cima del centro de la plaza y llamar a Pijotero que fue de nuevo un obús en busca de la muleta. Allí lo esperaba ella para, otra vez, dibujar una espiral de toreo sin solución de continuidad, de muletazos que eran catedrales con todos su cánones, como le gusta a Madrid, que por eso se entregó con la misma verdad con que embestía el toro y con que lo gozaba Perera, lúcido, fresco, inteligente, capaz, imaginativo, brillante, compacto, rotundo, inmenso… Todavía hubo una tercera serie más, ésta todavía con el torero más inmóvil para envolverse de bravura y extraer de sí esa dimensión de redondez que en él es tan redonda y tan inmensa.

 

Le costó mucho más a Pijotero por el pitón izquierdo, pero, lejos de hacer de aquello un trámite, en la misma medida de seguridad, insistió Perera hasta extraerle varios naturales sueltos, pero largos y profundos, ante los que también retumbaron los ecos tan especiales de Las Ventas. Dicho queda al principio, hoy era día de que saliera cara o cara y cara salió, y no la cruz de tantas veces, en el instante último de la suerte final. La estocada cayó arriba y el toro, como una pelota, lo que dio pie a que la plaza se inundara de blanco. Y no se cansó el público hasta que asomó el segundo pañuelo. Ocurría al tiempo que Miguel Ángel Perera recogía su montera de manos del Rey. A mitad de su camino de vuelta al burladero, se detuvo para abrazarse con Ricardo Gallardo, el criador de Pijotero, otro toro ya inscrito en los anales del torero y, sobre todo, en los anales del torero en Madrid.

 

Nada valió el sexto, que duró muy poco. Lo justo para que Miguel Ángel se gustara por delantales en el recibo con el capote y para que Javier Ambel lo lidiara con la seda cara de las palmas de sus manos. Pusieron de pie a Madrid Curro Javier y Vicente Herrera en banderillas y hubieron de desmonterarse, lo dicho, con Madrid puesta en pie. Cayendo la noche sobre la capital, se abrieron las puertas de Las Ventas por séptima vez en su vida para Miguel Ángel Perera, quien, antes de cruzarlas, echó la mirada al cielo, cerró los ojos, se cubrió la cara con la mano y se sumergió en el gozo de la felicidad más grande de un torero. Ésa por la que todo cobra sentido…

 
Plaza de Toros de MADRID. Lleno en los tendidos. Se lidian toros de FUENTE YMBRO.
 
Finito de Córdoba: silencio y silencio
Diego Urdiales: silencio y silencio  
Miguel Ángel Perera: dos orejas y silencio
 
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