20130809-cartelsevilla.jpg
18 de abril de 2013
SEVILLA
Feria de ABRIL
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
DANIEL RUIZ Y PARLADÉ
El Cid
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Jiménez Fortes

tarde para el olvido

 

En tardes como la de hoy, la mente desparrama y se va por extraños vericuetos. Uno se pone a dar vueltas a la psicología del torero, y acaba recordando hasta las clases de Filosofía en el colegio de los Hermanos Maristas de Burgos de aquella profesora tan callada, tan discreta. No le podía pegar más impartir aquella materia que, para mí, era imposible de digerir. Tan imposible como una tarde tan mala de toros, en la que uno se para a pensar cómo se pasa página, como matador, a una corrida así.

 

 

Y me viene a la mente un pensamiento -¡a mí!-, del filósofo inglés John Locke. El insigne hombre, padre del empirismo y del liberalismo moderno -que con el tiempo, además, se hizo médico-, soltó, allá en el siglo XVII, la siguiente perla:

 

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente, y no una condición de las circunstancias.

 

¡Bingo! Eso debe ser. Una disposición de la mente. Claro. Ahí radica el secreto. Y más, si eres torero y te salen dos prendas de Daniel Ruiz como las que le han tocado en desgracia hoy a Perera. No crean que hemos enloquecido; es que hay tan poco que contar, que he decidido tratar de comprender, para intentar hacerles ver -a quienes leen estas líneas-, que la tarde ha sido un desastre en cuanto a lo ganadero, pero que Miguel Ángel Perera no ha podido estar más en torero de lo que ha estado con su primero, una joya que casi le muele el cuerpo a palos de no ser porque el manto del Cristo del Baratillo anduvo constantemente al quite.

 

 

Sin embargo, supo estar Perera en los terrenos prohibidos con una serenidad que asustaba. Con aplomo, firmeza, despaciosidad. Tapando los defectos de tal forma, que allí no se enteraron más que cuatro. Desolador. Tan desolador como el quinto, que fue una promesa, un pozo de agua en el desierto, un milagro… hasta que tras la primera tanda con la muleta, se fue a tablas, y de allí, ya, no salió. 

 Plaza de toros de SEVILLA. Dos tercios de entrada en tarde calurosa. Se lidian cuatro toros de Daniel Ruiz y dos (cuarto y sexto) de Parladé.
 
El Cid: silencio y silencio.
Miguel Ángel Perera: silencio y silencio tras aviso. 
Jiménez Fortes: silencio y ovación tras dos avisos.
 
 
 
 
 
sevillas13_009.JPG sevillas13_024.JPG sevillas13_040.JPG sevillas13_051.JPG sevillas13_064.JPG sevillas13_067.JPG sevillas13_095.JPG sevillas13_110.JPG sevillas13_112.JPG sevillas13_113.JPG sevillas13_114.JPG sevillas13_156.JPG sevillas13_170.JPG sevillas13_171.JPG sevillas13_177.JPG sevillas13_178.JPG sevillas13_180.JPG sevillas13_181.JPG sevillas13_182.JPG sevillas13_184.JPG sevillas13_185.JPG sevillas13_186.JPG sevillas13_187.JPG sevillas13_197.JPG sevillas13_204.JPG sevillas13_262.JPG
 
 
 
 
 
 
 

20130809-cartelsevilla.jpg
18 de abril de 2013
SEVILLA
Feria de ABRIL
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
DANIEL RUIZ Y PARLADÉ
El Cid
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Jiménez Fortes

tarde para el olvido

 

En tardes como la de hoy, la mente desparrama y se va por extraños vericuetos. Uno se pone a dar vueltas a la psicología del torero, y acaba recordando hasta las clases de Filosofía en el colegio de los Hermanos Maristas de Burgos de aquella profesora tan callada, tan discreta. No le podía pegar más impartir aquella materia que, para mí, era imposible de digerir. Tan imposible como una tarde tan mala de toros, en la que uno se para a pensar cómo se pasa página, como matador, a una corrida así.

 

 

Y me viene a la mente un pensamiento -¡a mí!-, del filósofo inglés John Locke. El insigne hombre, padre del empirismo y del liberalismo moderno -que con el tiempo, además, se hizo médico-, soltó, allá en el siglo XVII, la siguiente perla:

 

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente, y no una condición de las circunstancias.

 

¡Bingo! Eso debe ser. Una disposición de la mente. Claro. Ahí radica el secreto. Y más, si eres torero y te salen dos prendas de Daniel Ruiz como las que le han tocado en desgracia hoy a Perera. No crean que hemos enloquecido; es que hay tan poco que contar, que he decidido tratar de comprender, para intentar hacerles ver -a quienes leen estas líneas-, que la tarde ha sido un desastre en cuanto a lo ganadero, pero que Miguel Ángel Perera no ha podido estar más en torero de lo que ha estado con su primero, una joya que casi le muele el cuerpo a palos de no ser porque el manto del Cristo del Baratillo anduvo constantemente al quite.

 

 

Sin embargo, supo estar Perera en los terrenos prohibidos con una serenidad que asustaba. Con aplomo, firmeza, despaciosidad. Tapando los defectos de tal forma, que allí no se enteraron más que cuatro. Desolador. Tan desolador como el quinto, que fue una promesa, un pozo de agua en el desierto, un milagro… hasta que tras la primera tanda con la muleta, se fue a tablas, y de allí, ya, no salió. 

 Plaza de toros de SEVILLA. Dos tercios de entrada en tarde calurosa. Se lidian cuatro toros de Daniel Ruiz y dos (cuarto y sexto) de Parladé.
 
El Cid: silencio y silencio.
Miguel Ángel Perera: silencio y silencio tras aviso. 
Jiménez Fortes: silencio y ovación tras dos avisos.
 
 
 
 
 
sevillas13_009.JPG sevillas13_024.JPG sevillas13_040.JPG sevillas13_051.JPG sevillas13_064.JPG sevillas13_067.JPG sevillas13_095.JPG sevillas13_110.JPG sevillas13_112.JPG sevillas13_113.JPG sevillas13_114.JPG sevillas13_156.JPG sevillas13_170.JPG sevillas13_171.JPG sevillas13_177.JPG sevillas13_178.JPG sevillas13_180.JPG sevillas13_181.JPG sevillas13_182.JPG sevillas13_184.JPG sevillas13_185.JPG sevillas13_186.JPG sevillas13_187.JPG sevillas13_197.JPG sevillas13_204.JPG sevillas13_262.JPG
 
 
 
 
 
 
 
Aviso Legal - Política de privacidad
Este sitio utiliza cookies propias y de terceros para optimizar tu navegación, adaptarse a tus preferencias y realizar labores analíticas. Aceptar Más información