Manuel Illana - APLAUSOS
Nada detiene a Perera
Cartel atractivo en del viernes, en el que apareció un magistral Miguel Ángel Perera. ¡Vaya temporada que lleva el torero extremeño! Para quitarse el sombrero y lanzárselo. Ni una pega, dudas tampoco, toda la claridad del mundo. Es un gozo para los sentidos y un pellizco en los sentimientos más profundos ver torear a Perera. Disfruta el torero tanto o más que el público.
Lo de este viernes en Valladolid tiene tratamiento de excelencia. Dos faenas para el recuerdo. El paseo de Zorrilla era un suceso al final de la corrida con el público tratando de explicar lo que había sucedido en la plaza. Algunos se paraban y hasta se atrevían a torear de salón. Quietud, temple y toreo de verdad con el capote en sus dos toros. Vamos, que lo bordó.
La faena a su primero tuvo el denominador de la quietud, tranquilidad en ese sitio que no todos se atreven a pisar. Faena a más de principio a fin, ahora con la derecha y luego con la zurda. La misma claridad de ideas y el temple como bandera. Bueno el toro, y eso que era el sobrero, y bueno el torero. Soberbia la estocada. Dos orejas sin ningún tipo de discusión.
Faltaba la faena al sexto en la que volvió a liarla con el capote. Principio en los medios con los pases cambiados por la espalda sin mover las zapatillas. Tenga usted la muleta sr. toro de Olga, tómela con el mismo cariño que yo se la ofrezco, sígala y no la toque. Una vez, otra más y hasta el infinito. Faena de técnica, mucho valor y templada, porque si el temple - ¡divino y difícil tesoro!- no aparece, casi todo sobra. Gran faena, soberbio volapié, aviso, petición mayoritaria de las dos orejas y el que manda lo dejó en una sola. La bronca al palco todavía se escucha. Hay gente pa to, que dijo el otro.
Fue El Fandi, que abría carte, quien toreó muy bien con la capa a sus toros, bordando con clase e intensidad los tercios de banderillas. Sus dos faenas tuvieron esa impronta que siempre impone el de Granada. Mató bien a sus dos toros y el público, más que satisfecho, le obligó a saludar.
También el público pudo ver y vivir en la plaza el quehacer de un Castella tan entregado como siempre, con la quietud, verticalidad y más cosas que el francés imprime con el sello de su personalidad a todo cuanto hace en el ruedo. Fue aplaudido teniendo que saludar. El público salió feliz de la plaza, que al final de cuentas es lo importante.
Manuel Illana - APLAUSOS
Nada detiene a Perera
Cartel atractivo en del viernes, en el que apareció un magistral Miguel Ángel Perera. ¡Vaya temporada que lleva el torero extremeño! Para quitarse el sombrero y lanzárselo. Ni una pega, dudas tampoco, toda la claridad del mundo. Es un gozo para los sentidos y un pellizco en los sentimientos más profundos ver torear a Perera. Disfruta el torero tanto o más que el público.
Lo de este viernes en Valladolid tiene tratamiento de excelencia. Dos faenas para el recuerdo. El paseo de Zorrilla era un suceso al final de la corrida con el público tratando de explicar lo que había sucedido en la plaza. Algunos se paraban y hasta se atrevían a torear de salón. Quietud, temple y toreo de verdad con el capote en sus dos toros. Vamos, que lo bordó.
La faena a su primero tuvo el denominador de la quietud, tranquilidad en ese sitio que no todos se atreven a pisar. Faena a más de principio a fin, ahora con la derecha y luego con la zurda. La misma claridad de ideas y el temple como bandera. Bueno el toro, y eso que era el sobrero, y bueno el torero. Soberbia la estocada. Dos orejas sin ningún tipo de discusión.
Faltaba la faena al sexto en la que volvió a liarla con el capote. Principio en los medios con los pases cambiados por la espalda sin mover las zapatillas. Tenga usted la muleta sr. toro de Olga, tómela con el mismo cariño que yo se la ofrezco, sígala y no la toque. Una vez, otra más y hasta el infinito. Faena de técnica, mucho valor y templada, porque si el temple - ¡divino y difícil tesoro!- no aparece, casi todo sobra. Gran faena, soberbio volapié, aviso, petición mayoritaria de las dos orejas y el que manda lo dejó en una sola. La bronca al palco todavía se escucha. Hay gente pa to, que dijo el otro.
Fue El Fandi, que abría carte, quien toreó muy bien con la capa a sus toros, bordando con clase e intensidad los tercios de banderillas. Sus dos faenas tuvieron esa impronta que siempre impone el de Granada. Mató bien a sus dos toros y el público, más que satisfecho, le obligó a saludar.
También el público pudo ver y vivir en la plaza el quehacer de un Castella tan entregado como siempre, con la quietud, verticalidad y más cosas que el francés imprime con el sello de su personalidad a todo cuanto hace en el ruedo. Fue aplaudido teniendo que saludar. El público salió feliz de la plaza, que al final de cuentas es lo importante.