24 horas después no pudo haber triunfo, pero Perera dejó el pabellón bien alto en Gijón. Si el día anterior salía a hombros por la puerta grande, esta vez salió con la cabeza bien alta después de haber estado muy por encima de toros que no brindaban la más mínima posibilidad de triunfo.
El primero de ellos fue un animal deslucido, con muy poca transmisión. Perera estuvo muy bien con él, muy técnico y seguro, pero resultaba muy difícil llegar arriba con un animal que no emocionaba a nadie con sus embestidas. Lo que quedó claro es que Perera fue muy superior en todo momento y que por él no quedó. Mató de pinchazo, media y dos descabellos y lo que pudo ser una oreja como recompensa al mérito de una labor que se antojaba imposible quedó en ovación que el torero recogió desde los medios.
El segundo de su lote fue muy similar al primero. A este lo toreó muy bien a la verónica de salida y en el comienzo de la faena de muleta le dio distancia. Hubo dos primeras tandas con transmisión, pero el toro se vino abajo muy pronto y limitó la continuidad de la faena. Al ver que el animal se desinflaba, Perera tomó el único camino posible: acortar distancias y meterse literalmente entre los pitones del toro, que llegó a golpear en varias ocasiones con sus muslos. Como el toro no decía nada, aquello careció de transmisión. A este lo mató de una estocada y el público pidió con fuerza una oreja que el palco no concedió.
24 horas después no pudo haber triunfo, pero Perera dejó el pabellón bien alto en Gijón. Si el día anterior salía a hombros por la puerta grande, esta vez salió con la cabeza bien alta después de haber estado muy por encima de toros que no brindaban la más mínima posibilidad de triunfo.
El primero de ellos fue un animal deslucido, con muy poca transmisión. Perera estuvo muy bien con él, muy técnico y seguro, pero resultaba muy difícil llegar arriba con un animal que no emocionaba a nadie con sus embestidas. Lo que quedó claro es que Perera fue muy superior en todo momento y que por él no quedó. Mató de pinchazo, media y dos descabellos y lo que pudo ser una oreja como recompensa al mérito de una labor que se antojaba imposible quedó en ovación que el torero recogió desde los medios.
El segundo de su lote fue muy similar al primero. A este lo toreó muy bien a la verónica de salida y en el comienzo de la faena de muleta le dio distancia. Hubo dos primeras tandas con transmisión, pero el toro se vino abajo muy pronto y limitó la continuidad de la faena. Al ver que el animal se desinflaba, Perera tomó el único camino posible: acortar distancias y meterse literalmente entre los pitones del toro, que llegó a golpear en varias ocasiones con sus muslos. Como el toro no decía nada, aquello careció de transmisión. A este lo mató de una estocada y el público pidió con fuerza una oreja que el palco no concedió.