Miguel Ángel Perera volvió a ser superior a su lote, a sacar partido de toros limitados, pero también repitió el fallo a espadas que le dejó sin triunfo esta vez en Almagro.
Su primero fue el toro que más acusó el encierro de la mañana, comportándose como manso y buscando constantemente la salida. Sin embargo, este animal tuvo un fondo bueno que Perera supo encontrar y aprovechar. En la querencia le plantó cara, le buscó las vueltas y terminó dándole muletazos a gusto. Fue una labor técnica, pero también de talento y de mucho mérito que de haber sido culminada con una estocada habría valido un triunfo.
El sexto fue un animal sumamente deslucido, que siempre llevó la cara alta, sin calidad y sin emplearse de verdad en ningún momento. Tanta contrariedad tampoco frenó a Perera, que con paciencia, tesón y buen oficio fue metiendo al toro en la muleta, tocando las teclas que tan desclasado animal necesitaba para dar algo -aunque fuera lo mínimo- de sí. Otra vez fue superior el torero, pero volvió a pinchar estropeando la labor.
Dos tercios de entrada. Toros de Gavira.
Enrique Ponce, saludos tras dos avisos y palmas.
José María Manzanares, dos orejas y oreja.
Miguel Ángel Perera, saludos tras aviso y palmas tras aviso.
Miguel Ángel Perera volvió a ser superior a su lote, a sacar partido de toros limitados, pero también repitió el fallo a espadas que le dejó sin triunfo esta vez en Almagro.
Su primero fue el toro que más acusó el encierro de la mañana, comportándose como manso y buscando constantemente la salida. Sin embargo, este animal tuvo un fondo bueno que Perera supo encontrar y aprovechar. En la querencia le plantó cara, le buscó las vueltas y terminó dándole muletazos a gusto. Fue una labor técnica, pero también de talento y de mucho mérito que de haber sido culminada con una estocada habría valido un triunfo.
El sexto fue un animal sumamente deslucido, que siempre llevó la cara alta, sin calidad y sin emplearse de verdad en ningún momento. Tanta contrariedad tampoco frenó a Perera, que con paciencia, tesón y buen oficio fue metiendo al toro en la muleta, tocando las teclas que tan desclasado animal necesitaba para dar algo -aunque fuera lo mínimo- de sí. Otra vez fue superior el torero, pero volvió a pinchar estropeando la labor.
Dos tercios de entrada. Toros de Gavira.
Enrique Ponce, saludos tras dos avisos y palmas.
José María Manzanares, dos orejas y oreja.
Miguel Ángel Perera, saludos tras aviso y palmas tras aviso.