Continua el buen momento de Perera, mostrando en Dax la magnitud de su toreo, su frescura ante la cara de los toros y la capacidad técnica para cuajar toros sin que estos terminen de embestir por derecho.
En la importante plaza del suroeste francés, Perera dejó una extraordinaria imagen con el sexto toro de la tarde. Antes, en el tercero, un manso y huidizo ejemplar de Daniel Ruiz, mostró su disposición y ganas, en una faena que fue a más, a pesar de la nula colaboración del animal.
Pero fue en el último de la corrida, con el que Perera enseñó sus cartas del valor y la seguridad, ante un toro que sólo tuvo nobleza, pero ninguna virtud más. Le faltó entrega, recorrido y transmisión, pero Miguel Ángel Perera puso todo de su parte para hacer vibrar al público francés. Arrimón de verdad, sin trampa, dejándose llegar los pitones al pecho y tocar los muslos, en un palmo de terreno. Faena sobria, impactante, de entrega, verdad y valor, de un Perera pletórico. La obra del extremeño fue de dos orejas, con unos tendidos entregados, aplaudiendo a rabiar y en pie. Dejó al toro en los medios para culminar la faena con unas bernardinas ceñidísimas y preparado para la muerte, pero la espada pinchó en hueso hasta seis veces, lo que no impidió que el público le obligara a dar una clamorosa vuelta al ruedo.
Con la plaza llena se lidiaron cinco toros de Daniel Ruiz y uno (5º bis), de Victoriano del Rio, excelente.
- El Juli: oreja y oreja
- Sebastián Castella: ovación y dos orejas
- Miguel Ángel Perera: palmas y vuelta al ruedo
Continua el buen momento de Perera, mostrando en Dax la magnitud de su toreo, su frescura ante la cara de los toros y la capacidad técnica para cuajar toros sin que estos terminen de embestir por derecho.
En la importante plaza del suroeste francés, Perera dejó una extraordinaria imagen con el sexto toro de la tarde. Antes, en el tercero, un manso y huidizo ejemplar de Daniel Ruiz, mostró su disposición y ganas, en una faena que fue a más, a pesar de la nula colaboración del animal.
Pero fue en el último de la corrida, con el que Perera enseñó sus cartas del valor y la seguridad, ante un toro que sólo tuvo nobleza, pero ninguna virtud más. Le faltó entrega, recorrido y transmisión, pero Miguel Ángel Perera puso todo de su parte para hacer vibrar al público francés. Arrimón de verdad, sin trampa, dejándose llegar los pitones al pecho y tocar los muslos, en un palmo de terreno. Faena sobria, impactante, de entrega, verdad y valor, de un Perera pletórico. La obra del extremeño fue de dos orejas, con unos tendidos entregados, aplaudiendo a rabiar y en pie. Dejó al toro en los medios para culminar la faena con unas bernardinas ceñidísimas y preparado para la muerte, pero la espada pinchó en hueso hasta seis veces, lo que no impidió que el público le obligara a dar una clamorosa vuelta al ruedo.
Con la plaza llena se lidiaron cinco toros de Daniel Ruiz y uno (5º bis), de Victoriano del Rio, excelente.
- El Juli: oreja y oreja
- Sebastián Castella: ovación y dos orejas
- Miguel Ángel Perera: palmas y vuelta al ruedo