20170804-huelva02
4 de agosto de 2017
HUELVA
Feria de COLOMBINAS
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
TORREALTA
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
David de Miranda
  
Y TODO EL MUNDO DE ACUERDO
 
Es su momento, no cabe duda. Miguel Ángel Perera lleva meses esculpiendo este instante con la pausa y sin la prisa interior de quien sabe que el tiempo y la lógica son sus aliados. La moneda duerme en sus bolsillos y en su mano. Es suya. Esa moneda que lo pone todo de cara cuando más parece que pinta cruz. Vencen quienes no se rinden y persisten en su fe, en su confianza, en su seguridad de que ya cambiará el viento. Ahora el viento sopla de cara a Perera porque es su momento. Y Huelva lo ha visto en el cómputo general de una tarde soberbia. Rotunda. Impresionante. Y, sobre todo, unánime. Lean las crónicas de los medios. Hablan de cumbre, de momento brutal, de tarde importantísima. Sin fisuras. Todo el mundo de acuerdo. Era cuestión de tiempo y, también, de que las espadas entraran. Siendo así, Miguel Ángel pondría a todo el mundo de acuerdo.
 
Las miradas entre los profesionales en el callejón, esos resoplidos que dicen tanto aun sin palabras, definían el poso que dejó el extremeño al término de su primera faena. Fue bueno el toro de Torrealta, Legionario-42 de nombre, y el propio Perera aplaudió su vuelta al ruedo póstuma, pero lo hizo mejor el torero. Y su cuadrilla. Porque Javier Ambel lo lidió de forma perfecta. Todo a favor del bravo. Acariciándolo, conduciéndolo como quien lleva a un niño de la mano, rompiéndolo hacia adelante. Tres lances los suyos para encauzar el fondo que estaba ahí. Y para enseñar ya que el toro era bueno. Como buenos fueron de verdad los tres pares de banderillas de Curro Javier y de Guillermo Barbero. Se desmonteró el primero, cuyo segundo par fue sencillamente magistral. Llegó entonces el turno del matador. Que empezó en Perera, yéndose a los medios. Mandando desde su propia actitud. Citando muy en largo y dejándoselo llegar para cambiarlo por la espada sin moverse. La mecha encendida. Y luego, el fuego fatuo del toreo mayúsculo. En redondo, enganchando muy por delante porque el inicio de la embestida del Torrealta era excelente: humillado, venía metido ya desde ahí en la muleta. Otra cosa eran los finales, que Legionario tendía a tirar hacia arriba, menos entregado. Pero sucedió que tenía a Miguel Ángel Perera delante, que le corrigió esa tendencia y la tapó a base de dejarle la muleta muy puesta un segundo más de lo que duraba la embestida del Torrealta para que aún durara más. Tuvo vibración el toreo con la derecha del de Badajoz, se le notaba disfrutar y así lo transmitió al tendido. Pero fue al natural cuando la faena alcanzó su cima. Al natural por los dos pitones. Abandonada la ayuda. Olvidado Perera del movimiento de su cuerpo para que sólo circulara el cuatreño alrededor de su voluntad. Mandando como quien es el dueño del escenario entero por donde se mueve. Miguel Ángel era el dueño de La Merced entera, metida de lleno en la faena del torero, que culminó su obra con una gran estocada. La unanimidad lo fue también en la petición de las dos orejas. No hubo dudas en el palco.
 
Otras dos le cortó al quinto, noble también, pero con otro fondo. Lo recibió muy despacio a la verónica y se salió así a los medios. Después, se inventó un quite por cordobinas, que pusieron al público en pie. Y entremedias, Curro Javier dio otra lección de cómo lidiar un toro con los lances justos a la par que Javier Ambel y Guillermo Barbero protagonizaban otro gran tercio de banderillas. Y se desmonteraron. Para empezar la faena de muleta, se sirvió también Miguel Ángel de la prontitud del toro, Carolino-14, al que poco a poco fue trazando una faena a más en todos los sentidos, también en el de la conexión con el tendido. Una faena que fue un compendio de la capacidad que desde siempre le alumbra y del especial momento -otra vez su momento- de seguridad, de disfrute y de profundidad que le ilumina. Miguel Ángel Perera conquista por la vía del convencimiento, del que no deja lugar a la duda. Fondo y forma en lo suyo. El fondo que cimenta y la forma que lo embellece. En lo esencial y en lo que lo adorna. En el dominio total de la escena. Del toro y de la plaza. El saber que es tu momento, ése que llevas meses esculpiendo. Otra estocada entera para amarrar de nuevo el doble premio. Y las palmas a compás por Huelva para rememorar y recuperar aquellas otras Colombinas de hace algunos años que también le tuvieron de mandón. Como hoy. Porque Miguel Ángel Perera en Huelva ha puesto a todo el mundo de acuerdo. Y habrá más, ya lo verán... 
 
  
Plaza de Toros de HUELVA. Dos tercios de entrada. Se lidian toros de TORREALTA. El segundo, Legionario-42, premiado con la vuelta al ruedo. 
 
Sebastián Castella: ovación y ovación tras petición
Miguel Ángel Perera: dos orejas y dos orejas  
David de Miranda: oreja y oreja
 
Se desmonteran en ambos toros Curro Javier, Javier Ambel y Guillermo Barbero.
 
 
 
 
 
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4 de agosto de 2017
HUELVA
Feria de COLOMBINAS
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
TORREALTA
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
David de Miranda
  
Y TODO EL MUNDO DE ACUERDO
 
Es su momento, no cabe duda. Miguel Ángel Perera lleva meses esculpiendo este instante con la pausa y sin la prisa interior de quien sabe que el tiempo y la lógica son sus aliados. La moneda duerme en sus bolsillos y en su mano. Es suya. Esa moneda que lo pone todo de cara cuando más parece que pinta cruz. Vencen quienes no se rinden y persisten en su fe, en su confianza, en su seguridad de que ya cambiará el viento. Ahora el viento sopla de cara a Perera porque es su momento. Y Huelva lo ha visto en el cómputo general de una tarde soberbia. Rotunda. Impresionante. Y, sobre todo, unánime. Lean las crónicas de los medios. Hablan de cumbre, de momento brutal, de tarde importantísima. Sin fisuras. Todo el mundo de acuerdo. Era cuestión de tiempo y, también, de que las espadas entraran. Siendo así, Miguel Ángel pondría a todo el mundo de acuerdo.
 
Las miradas entre los profesionales en el callejón, esos resoplidos que dicen tanto aun sin palabras, definían el poso que dejó el extremeño al término de su primera faena. Fue bueno el toro de Torrealta, Legionario-42 de nombre, y el propio Perera aplaudió su vuelta al ruedo póstuma, pero lo hizo mejor el torero. Y su cuadrilla. Porque Javier Ambel lo lidió de forma perfecta. Todo a favor del bravo. Acariciándolo, conduciéndolo como quien lleva a un niño de la mano, rompiéndolo hacia adelante. Tres lances los suyos para encauzar el fondo que estaba ahí. Y para enseñar ya que el toro era bueno. Como buenos fueron de verdad los tres pares de banderillas de Curro Javier y de Guillermo Barbero. Se desmonteró el primero, cuyo segundo par fue sencillamente magistral. Llegó entonces el turno del matador. Que empezó en Perera, yéndose a los medios. Mandando desde su propia actitud. Citando muy en largo y dejándoselo llegar para cambiarlo por la espada sin moverse. La mecha encendida. Y luego, el fuego fatuo del toreo mayúsculo. En redondo, enganchando muy por delante porque el inicio de la embestida del Torrealta era excelente: humillado, venía metido ya desde ahí en la muleta. Otra cosa eran los finales, que Legionario tendía a tirar hacia arriba, menos entregado. Pero sucedió que tenía a Miguel Ángel Perera delante, que le corrigió esa tendencia y la tapó a base de dejarle la muleta muy puesta un segundo más de lo que duraba la embestida del Torrealta para que aún durara más. Tuvo vibración el toreo con la derecha del de Badajoz, se le notaba disfrutar y así lo transmitió al tendido. Pero fue al natural cuando la faena alcanzó su cima. Al natural por los dos pitones. Abandonada la ayuda. Olvidado Perera del movimiento de su cuerpo para que sólo circulara el cuatreño alrededor de su voluntad. Mandando como quien es el dueño del escenario entero por donde se mueve. Miguel Ángel era el dueño de La Merced entera, metida de lleno en la faena del torero, que culminó su obra con una gran estocada. La unanimidad lo fue también en la petición de las dos orejas. No hubo dudas en el palco.
 
Otras dos le cortó al quinto, noble también, pero con otro fondo. Lo recibió muy despacio a la verónica y se salió así a los medios. Después, se inventó un quite por cordobinas, que pusieron al público en pie. Y entremedias, Curro Javier dio otra lección de cómo lidiar un toro con los lances justos a la par que Javier Ambel y Guillermo Barbero protagonizaban otro gran tercio de banderillas. Y se desmonteraron. Para empezar la faena de muleta, se sirvió también Miguel Ángel de la prontitud del toro, Carolino-14, al que poco a poco fue trazando una faena a más en todos los sentidos, también en el de la conexión con el tendido. Una faena que fue un compendio de la capacidad que desde siempre le alumbra y del especial momento -otra vez su momento- de seguridad, de disfrute y de profundidad que le ilumina. Miguel Ángel Perera conquista por la vía del convencimiento, del que no deja lugar a la duda. Fondo y forma en lo suyo. El fondo que cimenta y la forma que lo embellece. En lo esencial y en lo que lo adorna. En el dominio total de la escena. Del toro y de la plaza. El saber que es tu momento, ése que llevas meses esculpiendo. Otra estocada entera para amarrar de nuevo el doble premio. Y las palmas a compás por Huelva para rememorar y recuperar aquellas otras Colombinas de hace algunos años que también le tuvieron de mandón. Como hoy. Porque Miguel Ángel Perera en Huelva ha puesto a todo el mundo de acuerdo. Y habrá más, ya lo verán... 
 
  
Plaza de Toros de HUELVA. Dos tercios de entrada. Se lidian toros de TORREALTA. El segundo, Legionario-42, premiado con la vuelta al ruedo. 
 
Sebastián Castella: ovación y ovación tras petición
Miguel Ángel Perera: dos orejas y dos orejas  
David de Miranda: oreja y oreja
 
Se desmonteran en ambos toros Curro Javier, Javier Ambel y Guillermo Barbero.
 
 
 
 
 
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